Capítulo 11

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Era un domingo cálido. No hacía ni calor, ni frío. ¿Recuerdas? Tú estabas sentada en la parte trasera del auto, junto a mí. Mamá estaba junto a papá, que conducía con el ceño fruncido. Íbamos a una muy poca velocidad, ya que a él no le gustaba acelerar la mayoría de las veces. Era así como nuestros viajes eran se hacían más largos.

Recuerdo que nos reímos juntas, nuestro padre estaba con el típico ceño fruncido y la sonrisilla de mamá le acompañaba, ya que intentaba contener una carcajada.

Entonces  ella puso la radio, reproduciendo música clásica. Nostras nunca tuvimos algo en contra de la música clásica. Papá siempre nos obligaba a escuchar a Bach, Chopin y a esos músicos famosos que lo apasionaban. Es extraño, porque siempre creíamos que la música clásica era para las personas tranquilas, pero al parecer irradiaba tranquilidad hacia personas nerviosas y ansiosas. A papá siempre le favorecía. Cuando ellos peleaban, tú cogías el celular y ponías la música clásica a todo volumen. Y nuestro padre se ponía tenso, luego se relajaba y daba por zanjado el tema, para dejar de pelear con mamá. Era tranquilizante para su comportamiento, y eso nos tranquilizaba a nosotras también.

Él tenía ciertos problemas con contener la ira.

Por suerte tenía una cura para eso.


Protestamos al mismo tiempo, con nuestras manos entrelazadas. Siempre íbamos de la mano. Yo no quería soltarte, y tú tampoco.

—Dejen que la buena música las guíe al paraíso —decía papá con los ojos entrecerrados y una sonrisa de suficiencia.

—Pon a los Peppers —decías tú, con las mejillas sonrosadas por el calor que se acumulaba dentro del auto.

Tú decías Peppers, no Red Hot Chili Peppers. Decías que tardabas mucho tiempo en decir el nombre completo de la banda y entonces lo abreviabas.

—Por supuesto que no —decía papá volviendo a su ceño fruncido de siempre—. Esos hippies de pelo largo...

—¡No son hippies! —replicabas con un puchero.

—¡Claro que sí! ¡El video de Under no sé cuánto...!

—Es Under the bridge, y fue hace unos cuantos años. He visto tus fotos en la juventud papá, y yo no estoy ciega. Tenías el pelo casi igual que él. En tu época estaba de moda tener el pelo largo, y tú no eras hippie.

Mamá se tapó la boca para ahogar la risa. Tú tenías razón.

—Bah —gruñía papá con una mueca de desprecio—. Es lo mismo. Lo que sea. No tengo ganas de escucharlos ahora.

—Por favoooooooor —rogabas con un puchero de inocencia.

Me miraste de soslayo con una sonrisa cómplice en tus labios. Te sonreí.

—Por favooooor —insistía yo también.

Entonces mamá se nos unía.

—¡Por favooooor!

Luego de varios minutos rogando, papá golpeó el volante con las manos.

—¡De acuerdo, de acuerdo, pongan a esos insensibles antes de que los gritos de ustedes me exploten la cabeza en mil pedazos!

 

Lanzábamos un grito de victoria, como cuando los hombres ganaban una guerra y la daban por terminado.

Se oía «Otherside». Mamá sabía de memoria cuál era nuestra canción favorita, aunque no sabía nada de inglés. La reconocía por su título. Sólo porque comenzaba con la letra «O».

A penas la canción se reprodujo, tú comenzaste a mover la boca, marcando las palabras en silencio y balanceando tu cabeza en sinfonía con la melodía. Te sonreía, imitándote. Porque te veías feliz, deleitada por nuestra canción favorita. Y mamá se sentía bien, fresca y feliz por ti. A papá se le escapaba una sonrisilla, pero cuando me descubría viéndolo por el espejo retrovisor volvía a formar su ceño fruncido en su semblante.

—¿Qué dice la canción? —me decías luego con tu voz de pequeña.

Ingresamos en Google, buscando la letra en inglés, que la sabíamos de memoria pero sin pronunciarla correctamente. «Cantar en chino», como decía mamá. Nos tomamos varias semanas para pronunciar las palabras en inglés como eran en realidad. Aprendíamos mucho en muy poco tiempo.

—¿Pero qué significa en realidad? —decías luego, con una mueca de confusión.

Buscamos la letra en español. Nos sorprendimos por lo que decía, pero éramos muy pequeñas como para entender lo que había detrás de aquellas palabras.

 

Pasaron varios años hasta que investigamos a fondo lo que quería decir. O eso es lo que se suponía que decía, ya que Anthony Kiedis se negaba a revelar ciertas cosas. Muchas personas sacaron sus propias conclusiones, incluyendo los "analistas de canciones".

«Otherside» significaba el otro lado, tras la muerte. Un lado inconcluso, desconocido, pero que estaba detrás de una pérdida. Dicen que es una canción en homenaje a Hillel Slovak, uno de los fundadores y primer guitarrista de los Red Hot Chili Peppers, con quienes grabó los dos primeros discos, antes de morir de sobredosis de heroína. Las drogas, de eso hablaba la mayoría de la letra. La esclavitud que se tiene a causa de las drogas, lo dependiente que se vuelve al consumirlas. El suicidio era una forma para solucionar esto, ya que él no podía parar de consumir drogas hasta el límite.

Una de las fuentes dice; —"El objetivo de esta letra, escrita por Anthony Kiedis, cantante del grupo, es comprender el estado mental de horror por el que pasó Slovak. No trata de ofrecer un significado críptico, sino todo lo contrario, clarificador. Trata de empatizar al oyente y hacerle comprender cuán terrible fue el sufrimiento, y lo que le llevó a buscar el suicidio con una sobredosis".

Al principio no quería decirte el verdadero significado, Clementine. Me negaba a hacerlo. En aquel momento no lo entendía, no me daba cuenta de que podría servirte de algo.

Hasta que lo hice. Te lo conté. Porque de alguna forma, tú te sentirías identificada, sería tu sustento, otro sustento que iba más allá de la melodía y del sentimiento escondido en aquella canción. Era el significado, el verdadero significado, lo que decía la letra respecto a ese tema. 

Era tu cura. Como la música clásica con papá.

Sabía que podría ayudarte.

 

Y así fue.


Cuando los ángeles merecen morirWhere stories live. Discover now