45. Más que un hotel

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Marco llegó al atardecer con un bolso negro colgando de su hombro y arrastrando una maleta mediana. Lo observé deambular sin un rumbo entre la gente y escanear sus alrededores con el ceño ligeramente fruncido, deteniéndose de vez en cuando y observando. Me buscaba, y cuando me encontró vi fascinado el reconocimiento en sus ojos y la sonrisa que ocupó su rostro.

Levanté la mano a modo de saludo y me acerqué a él con seguridad. Apenas nos encontramos le di un abrazo amistoso que se convirtió sutilmente en algo más sólo porque dejé que mi mejilla rozara la suya fugazmente. Un beso habría sido apropiado, uno corto y casual, pero no me atreví a poner a prueba qué tan cómodo se sentía con ese tipo de demostraciones en público.

-¿Cómo estuvo tu viaje?- le pregunté tomando el bolso que llevaba, encontrándome con una pequeña resistencia de su parte.

-Agitado, había un niño sentado a mi lado.- dijo soltando el bolso.

-Mala suerte.- comenté entretenido.-¿Estás cansado?-

-Necesito comer y luego dormir.- dijo asintiendo.

-Tienes suerte de que justamente puedo ayudarte con ambas cosas.- le dije.-Maya iba a ordenar comida china, espero que te guste.- le dije.

Camino al estacionamiento le pregunté un poco más acerca del viaje y él me habló del trayecto que hizo desde que salió de su casa hasta que se bajó del avión. Examiné con cuidado la forma en la que hablaba en busca de aunque fuera un atisbo de malestar, no podía sacarme de la cabeza la idea de que algo había pasado. Quizás era mi imaginación, pero aún así me había encomendado la tarea de poner más atención.

Abrí el maletero del automóvil que mamá me había prestado y guardamos sus cosas; una vez dentro del vehículo me coloqué el cinturón y antes de encender el motor me di un momento para dedicarle mi mejor sonrisa.

-¿Qué?- preguntó conteniendo la suya propia.

-Nada, sólo me alegra que vinieras.- suspiré.

Encendí el motor y nos saqué del estacionamiento.

-Sabes que no me quedaré en tu casa.- comentó con suavidad.-Es demasiado pronto.- dicho esto mis dedos se aferraron con un poco más de fuerza al manubrio, pero los relajé al instante.

-Lo sé.- asentí.

Era algo que habíamos hablado antes de que comprara los pasajes. Sabía que no quería quedarse en mi casa principalmente porque estaba evitando cualquier contacto con mi familia; no quería conocerlos. No aún, decía. No era una decisión extraña ni sospechosa, apenas llevábamos juntos unas semanas; quizás poco más de un mes. A mi no me importaba que los conociera, tampoco sabía si quería que lo hiciera; nunca había pasado por la necesidad de presentarles una pareja...

-Pero vas a visitarme algún día, cuando esté solo.- dije tentativamente.

-Quizás, lo pensaré.- dijo con un tono relajado.-Ahora sólo quiero descansar, deja que busque la dirección del hotel, no la recuerdo...- dijo sacando su móvil de su bolsillo.

Lo observé mirando la pantalla y abrí la boca para protestar. Estaba tan acostumbrado a que mis amigos cercanos se quedaran en los hoteles de mi familia que me sorprendió darme cuenta de que ni se me había ocurrido que él se buscara su propio alojamiento.

-¿Te buscaste un hotel?- pregunté.

-Sí...- dijo con obviedad.-Aquí está, es en...-

-Un momento.- lo interrumpí poniendo una mano sobre la pantalla de su teléfono.-Deberías quedarte en nuestro hotel.- le dije

La Primera RupturaNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ