33. El glamour de la mañana

188 19 1
                                    


Fui recobrando la consciencia poco a poco y lo primero que vi sobre mi cabeza fueron las cartas, las fotos y los posters pegados en el techo de Dana. Me removí incomodo en la cama, sintiendo los músculos de los hombros y la espalda adoloridos, como si hubieran estado tensos por demasiado tiempo. A decir verdad me sentía mal, agotado y desconectado.

Me recosté sobre mi costado izquierdo y al hacerlo mis pies chocaron con algo, pero lo ignoré porque estaba muy ocupado tratando de volver a dormir. Lamentablemente el mundo no me apoyaba nunca, por lo que frente a mí Dana comenzó a desperezarse.

Se alejó los mechones de cabello negro del rostro dando un bostezo y cuando me miró no se veía feliz, sus ojos estaban brillantes e hinchados, con manchas oscuras bajo a los ojos. Supuse que no estaba muy contenta de haber abierto los ojos, principalmente porque se quejó profusamente y se removió inquieta.

-No me gusta compartir mi cama.- masculló.-¡Arriba!-

Acto seguido le dio unas patadas a ese algo que estaba a nuestros pies y me plantó un cojín con lentejuelas negras sobre la cara; me lo estaba quitando cuando escuché como algo caía pesadamente al suelo seguido de un gemido.

-¿Pero qué...?- me incorporé.

-No sabes modales.- se quejó Ben.

Lo vi asomándose por los pies de la cama desde el suelo, cuando volvió a subirse a ella llevaba una manta purpura enrollada en el cuerpo y se acurrucó a nuestros pies otra vez. No recordaba haber dormido con ambos, recordaba a Dana metiéndose en su cama y haciéndome a un lado sin cuidado. Bueno, no me sorprendía que Ben se hubiera metido a la cama de forma más discreta.

Me estiré con pereza, no tenía muchas ganas de levantarme aún y las sabanas que me envolvían el cuerpo eran suaves y cálidas, las almohadas lo suficientemente esponjosas. Podría haberme quedado allí por varias horas más de no ser por el hecho de que Dana tuvo la poca consideración de enterrar uno de sus dedos entre mis costillas haciendo que me sobresaltara.

-¡Quítame las manos de encima!- exclamé dándole una palmada en el brazo.

Ella sonrió y por la forma en la que me miró creí que intentaría hacerme cosquillas, pero en cambio se lanzó sobre Ben con rudeza y en cosa de segundos ambos estaban luchando por la manta purpura; ella tratando de quitársela y él aferrándose a ella como si su vida dependiera de ello.

El alboroto me despertó por completo y me quedé unos minutos observándolos con una sonrisa, o así fue hasta que la conversación con Victoria de la noche anterior volvió a mi memoria de golpe. Tan solo recordarlo hizo que los músculos de mi espalda se tensaran, era una sensación desagradable de la cual quería deshacerme. No podía dejar que ella me arruinara a estas alturas del año.

-¿Estás bien?- escuché de pronto.

Miré distraído hacia la cama, esta vez Ben estaba sobre Dana y le sostenía los brazos con suavidad mientras ella me observaba con sospecha, como si no importara lo que fuera a responder, ella ya había decidido que no me creía.

-Sí.- dije.

-¡Mentira!- me acusó.

-¿Quieres hablar de lo que sucedió anoche?- me preguntó Ben.

La respuesta automática era "No", pero a pesar de eso suspiré resignado y me lancé de espaldas sobre el colchón junto a ellos. No estaba seguro de qué decir, principalmente porque no sabía cómo explicarles lo que estaba pasando con Victoria. Me debatía entre la promesa que le hice de guardar su secreto y en contarle a mis amigos todo de lo que me había enterado. Era difícil, pero recordar la seudo amenaza de Victoria hizo que se volviera más fácil.

La Primera RupturaNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ