Capítulo 33

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Orbes ambarinos y avellanados se enfrentaron hasta que ella desvió la mirada y mordió el interior de su mejilla. Izan la veía como si fuera una total desconocida y eso le estaba doliendo en el alma.

—No es lo que parece —dijo levantando ambas manos a la altura de su pecho.

El castaño bajó el último escalón mientras procesaba lo que acababa de escuchar. Su respiración se comenzó a ver afectada y hasta sentía como si su cuerpo temblara.

—¿Le dijiste...? ¿Tú la trajiste? —cuestionó en voz casi inaudible.

Paige negó varias veces.

—No, ¡no fue así! Ella dijo que sólo quería saber si estaban bien, prometió...

—¿Cómo pudiste hacerlo? Me gritaste en la oficina de Thiago por alterarme y aquí estás... —Se acercó de manera casi amenazante a su prima.

—¡No es eso! Déjame explicarte, Ethan —exclamó ella con lágrimas recorriendo sus mejillas.

—¡¿Cómo piensas explicarme qué me traicionaste?! —refutó acercándose más pero chocando con el cuerpo de Naím quien instintivamente se cruzó para proteger a la chica.

Paige sollozaba mientras todas sus explicaciones morían ahogadas en su garganta. La furia de su primo estaba totalmente justificada, pero no entendía. Él no sabía el infierno por el que estuvo pasando cuando Lara se presentó ante ella como un tipo de salvadora.

—Ethan, dame la oportunidad de explicarte —rogó entre hipeos—. Lara juró que no vendría por ella y estaba tan desesperada...

Sin embargo, el chico negó interrumpiendo su explicación y dio pasos hacia atrás.

—Destruiste mi vida, la de Sayuri, ¡¿cómo pudiste ser tan hipócrita para reclamarme por un descuido cuando tú nos entregaste?! —le gritó con la mirada endurecida.

Paige enredó las manos en su cabello con desesperación.

—Prometió... Ella me dijo que no vendrían... Ethan, por favor, ¡escúchame! —rogó en su lengua natal.

Pero el aludido negó sintiendo la decepción ahogarlo. No podía creerlo, sentía que todo se estaba derrumbando a su alrededor. Empuñó las manos con fuerza y miró a Naím, quien se había mantenido entre ellos aunque sin intervenir.

—Llévatela —gruñó empuñando las manos con tanta fuerza que literalmente estaba temblando—. Hazlo o no sé... —Le dio otra mirada enfurecida a la única persona que le quedaba de familia y se dio la vuelta para regresar a su departamento.

Estaba tan mal que subió de a dos escalones antes de casi correr a su hogar para cerrar la puerta de un azote y apoyarse en esta mientras miraba hacia arriba a la par que dejaba su cuerpo resbalar hasta el suelo.

No podía con todo el dolor, la decepción, la traición y la incertidumbre.

Por su mente pasaron los miles de momentos que compartió con la única chica a la que creyó poderle confiar hasta su vida. Llevó las manos a sus ojos y apretó con fuerza, pero aún así su cuerpo se estremeció por el llanto.

Por primera vez en mucho tiempo se sintió realmente solo.

Por primera vez en mucho tiempo se sintió realmente solo

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Ella, tú y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora