Capítulo 19

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Desde que Izan huyó de Sídney, rara vez peleaba con Paige, pues era la única familia que le quedaba.

Así que cuando entró a la recámara principal en la casa de los padres de Thiago, sintió una profunda tristeza al ver a su prima acariciando el cabello de su hija con un aire de melancolía a su alrededor. Sabía que había presionado una herida en ella al recordarle que jamás se había enamorado, pero al momento solo quería que entendiera por qué defendía a Lara aunque no lo ameritaba.

Porque sí, sabía perfectamente bien que su ex lo que menos merecía era su empatía.

Se apoyó en el marco de la puerta y metió las manos a las bolsas de su pantalón antes de suspirar. Y como siempre, la chica lo sintió y levantó la mirada. Se observaron por unos segundos hasta que el castaño desvió la vista al enorme ventanal.

—Perdón —musitó.

Paige se incorporó, no sin antes dejar un beso en la cabeza de la bebé, y se sentó en el suelo donde palmó dos veces a su lado invitándolo a acompañarla.

Izan obedeció; la chica era casi de su edad, pero la madurez que la obligaron a adquirir lo empujaba a refugiarse en ella.

—¿Lo terminaste? —le preguntó en un susurro una vez que estuvo junto a ella.

Izan puso los brazos sobre sus rodillas y entrelazó las manos, clavó la mirada en la oscuridad del exterior.

—No —contestó en voz baja.

La pelinegra asintió y recargó la cabeza en el colchón observando el techo.

—¿Le contaste?

El chico se movió incómodo.

—No.

Paige suspiró.

—Ella me agrada pero... No puedo evitar sentir desconfianza, más porque estudia con ellos —murmuró.

El castaño bajó la mirada y apretó el agarre en sus manos.

—Lo sé —masculló.

Su prima asintió varias veces.

—Pero la quieres. —El chico pasó una mano por su cabello sintiendo sus mejillas llenarse de calor; su acompañante volteó y le dio una sonrisa socarrona antes de empujarlo un poco con el hombro—. No fue pregunta, se nota.

Izan rascó su cabeza y se encogió de hombros.

—¿Y eso es malo?

Paige negó varias veces.

—Mientras mantengas en orden tus prioridades.

El castaño miró de nuevo hacia la ventana.

—Sayuri siempre va a ser primero —susurró—. Incluso para ella, mi hija es primero.

La pelinegra ladeó la cabeza y el chico bajó la mirada antes de entrelazar de nuevo sus manos.

—Una vez me gritó por... Una tontería que hice, pero me dejó muy en claro que Sayuri debe ser mi prioridad... —Se rascó una vez más la cabeza—. Incluso me dijo que si quería terminar lo nuestro porque estaba afectando a mi hija, estaba bien.

Paige recargó la cabeza de nuevo en la cama para ver el techo.

—Demasiado perfecto para ser real.

—No quiero desconfiar de ella, Pai —dijo el chico con cierto tono de desesperación—. Quiero creer que no me equivoqué esta vez, necesito hacerlo.

Su prima suspiró y miró de soslayo a su sobrina antes de golpear la pierna del chico con la propia.

—Yo también, Ethan —susurró—. Sayuri se ha encariñado demasiado con ella —le dijo en su lengua natal.

Ella, tú y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora