Capítulo 4

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Izan estiró los brazos y arqueó la espalda para tratar de deshacer los nudos que se le acumularon gracias a la posición.

Suspiró con fuerza antes de regresar la atención a la pantalla que mostraba el porcentaje de su archivo, que se subía con suma lentitud a la nube de la empresa. Un acuerdo al trabajar con Thiago fue ese; tener internet para poder subir sus trabajos a la nube y evitar pisar el edificio de su amigo.

Estaba agotado pero, afortunadamente, acabó.

Tomó su celular y le envió un mensaje al inglés para hacerle saber que el trabajo estaba hecho, tal vez aún podía mantener su puesto y no perdería su fuente de ingreso. Aunque, por la hora, difícilmente recibiría el pago, algo que le preocupaba pues ya no tenía suficientes pañales.

Levantó el rostro con sorpresa ante ese pensamiento, hacía mucho tiempo que no escuchaba a Sayuri.

Se giró en su silla y se levantó a gran velocidad sin reparar en lo limpio de la cocina y sala. Casi corrió hasta la recámara sintiendo su corazón latir con fuerza. La puerta estaba cerrada.

«Idiota, si algo le pasa será únicamente...»

Nunca terminó aquel pensamiento, pues al abrir la recámara vio una sombra sentada en la cama con la espalda apoyada sobre su cabecera, la ligera luz de la pantalla del celular le iluminaba el rostro.

La chica levantó la mirada antes de poner un dedo sobre sus labios en señal de que no hiciera ruido. Sayuri estaba sobre su cojín anti-reflujo descansando plácidamente. Soltó un suspiro imperceptible y se obligó a tranquilizarse.

La castaña apagó su celular, con mucho cuidado se levantó de la cama y puso cojines alrededor de la bebé para que no cayera al despertar. Luego, de manera sigilosa, alcanzó al joven padre y salió de la recámara.

Izan miró a su niña antes de cerrar con cuidado la puerta. Llevó la mirada a la sala donde encontró a Sorine poniéndose su chamarra.

—Se durmió hace cuarenta minutos, ¿pudiste acabar tu trabajo?

El chico se acercó a la computadora, llevaba setenta por ciento el archivo.

—Sí; lamento la hora, no me di cuenta del tiempo que pasó —contestó antes de acercarse a la máquina para minimizar la pantalla.

Sorine sacó su cabello de la chamarra y se encogió de hombros.

—No te preocupes, me suele pasar; lo importante es que acabaste y Sayuri está descansando para que hagas lo mismo, te ves terrible.

Él arqueó una ceja ante el comentario lleno de confianza.

—Lo haré, gracias por limpiar y... —Se detuvo al notar que la chica veía la pantalla del computador con sorpresa.

—¿Sabes usar el AutoCAD?

Izan siguió su mirada y apagó la pantalla antes de aclararse la garganta habiendo sentido una opresión en el pecho. Ese programa fue su mejor aliado para crear planos y maquetas.

—La máquina no es mía, es de un amigo —le recordó. Sorine envidió al dichoso amigo, ella también tenía el programa, pero en su laptop a cada rato se pasmaba—. En fin, gracias; creo que hasta la cocina limpiaste —concluyó.

—Sayuri se entretuvo con Wippi así que aproveché —le contó ella con cierto desdén—. Deberías intentar el BWL, te ayudaría mucho que coma sola.

Él la vio confundido, jamás había escuchado el término. Al notar esto, ella lo vio con sorpresa.

—Baby-led weaning, es un método para que se brinquen las papillas y coman por sí mismos. —Izan frunció el ceño imaginándose a Sayuri tratando de comer un pedazo de carne sin poder hacerlo y levantó el rostro con escepticismo cuando la chica rio—. Se dan pequeñas cosas: arroz, trozos de zanahoria cocida; alimentos que ella pueda ingerir con facilidad.

Ella, tú y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora