Capítulo 6

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Ava estaba sentada en la parte trasera del ibiza negro de Jonás mientra él conducía dirección a la fiesta y Paul ejercía de Dj, aunque no era capaz de dejar ni una sola canción entera. Hecho que exasperaba a la morena como no había otra cosa.

Miró el reloj en su muñeca y vio que la fiesta llevaba más de media hora empezada, suspiró y luchó contra su ordenado cerebro para decirle que todo estaba bien, que llegar tarde a una fiesta estaba bien.

-¿Qué te pasa, morena?-Preguntó Paul, girándose casi por completo.

-Me llamo Ava.

-Encantado, yo soy Paul.-Se burló extendiendo su mano hacia ella. Ava puso los ojos en blanco.-Relájate, vas a una fiesta, no a un funeral.-Bufó al ver su reacción.

-Lo siento.-Se disculpó por lo bajo, siendo consciente de que no era la mejor versión de sí misma.

¿Pero qué esperaban? Tenía un esguince en el pie, un primo desertor y estaba en el coche de un chico al que acababa de conocer con otro que parecido. No tenía pinta de que fuera el mejor momento de su vida.

Su móvil sonó.

^Qué harás después de la fiesta?^

El estómago se le contrajo y el aire se escapó de sus pulmones por un segundo, provocando que un grito ahogado saliera de sus labios. Paul se giró y Jonás la miró por el retrovisor.

-¿Todo bien?-Ella se limitó a asentir con una sonrisa en los labios.-¿Ya cambiaste el humor? Qué rapidez.-Se burló el copiloto volviendo la vista al frente.

-Tenías razón, voy a una fiesta.-Dijo mientras entraba en la conversación con Andrew, al cual tenía guardado como Dr. McKenell.

Debatió internamente si quedar con él o no, hasta que al final decidió que era una buena noche para ello. Incluso tenía la extraña sensación de que acabaría antes de lo esperado.

*Qué propones?*

***

El ambiente estaba empezando a caldearse, la gente gritaba pidiendo que comenzara ya y los más atrevidos habían empezado a acercarse a la parte delantera para apostarse hasta las llaves del coche.
El sudor de los presentes se empezaba a notar en el aire pero a nadie parecía importarle, estaban allí por una sola razón y no se irían sin disfrutar de ella.
Sería todo un espectáculo, o eso esperaban las más de cincuenta personas que estaban allí reunidas.
Eran pocas, a decir verdad. Al menos si se comparaba con las doscientas personas que se esperaban para la siguiente.
Aunque claro, aquella era de calentamiento y con una pequeña gran diferencia...era ilegal.
Estaban en una antigua fábrica de harina a las afueras, justo en la dirección contraria de la fiesta que también se celebraba aquella noche. Estaba todo milimétricamente calculado.
Si escuchaban algo de que la policía iba para allá solo tenían que hacer una llamada y casualmente habría un altercado aún mayor, y totalmente premeditado, en la fiesta al otro lado, por lo que sería casi imposible que pudieran llegar a ambos lugares.
La pelea iba a dar comienzo en a penas cinco minutos y los boxeadores estaban en la parte trasera de la fábrica, en habitaciones separadas, preparándose para el combate.
La pelea clandestina estaba pactada desde antes incluso que la fiesta, la cual había sido organizada por el mismo hombre y con el mismo fin, ganar dinero fácil.
Los gritos de la gente se oían incluso desde las habitaciones que ejercían de vestuarios para los caballeros que iban a enfrentarse, haciéndoles motivarse para la lucha.
Calentaban piernas, brazos y hombros, con saltos y movimientos rápidos y concisos mientras sus mentes se centraban en derrotar al oponente, fuera quien fuera.
Y esa era la gran sorpresa que la batalla tenía, ninguno de los boxeadores sabía a quién se enfrentaría cuando subieran al ring.
El árbitro subió al cuadrilátero y pidió una gran ovación para motivar a los boxeadores, la gente respondió encantada. Uno de los luchadores recibió una llamada y tuvo que atender, siguiendo con el móvil en mano más de la cuenta.
-Esto va a dar comienzo, señores y señoras. ¡Y vamos a hacerlo a la vieja usanza...hasta el K.O!-La gente vitoreó como loca.-A mi derecha, con pantalón blanco y raya roja, 1,80 cm de alto y 78 kilos de peso...¡Marco..."Furia"...Santos!-La gente gritó aún más al ver al hombre de pelo rojo y escasa barba subir al ring. Su negra mirada destilaba veneno y ansias de ganar, a pesar de no ser el favorito de la pelea. Alzó los brazos una vez estuvo arriba y comenzó con el movimiento de piernas alternando con ganchos al aire.-Bien, bien. Vemos que viene a por todas.-Comentó el árbitro. La gente empezó a repetir un nombre a coro. Nombre que sabían porque fuera de los "vestuarios" ya se había dado a conocer la identidad de los luchadores para que hicieran sus apuestas.-Si, si, no os preocupéis que también está aquí.-Rio al ver como aclamaban al local.-Y en el otro lado del ring, con pantalón azul, 1,85 m de alto y 82 kilos de peso...el local...la promesa desconocida...¡Andrew..."Diablo" McKellen!-La gente se volvió loca.
El hombre, que aún no había salido del "vestuario" porque estaba distraído intentando ganar motivación a través de una conversación, dejó el móvil sobre un banco viejo y salió a toda prisa para adentrarse a través del pasillo humano en el ring.
Pasó por encima de las cuerdas del cuadrilátero improvisado y tras lucirse con sus rápidos cambios de piernas dio varios saltos y alzó los brazos, ganándose una ovación aún más fuerte.
McKellen sonrió y se quitó la bata negra que lo cubría, dejando ver su trabajado cuerpo.
Su contrincante hizo lo mismo.
El árbitro los llamó al centro del ring y ambos boxeadores se miraron fijamente mientras chocaban los guantes.
-Quiero una pelea limpia.-Ambos asintieron. Dio un paso hacia atrás y levantó el brazo dando comienzo al combate. La campana sonó.-¡Que comience la lucha!-Y eso fue exactamente lo que pasó.
El pelirrojo dio un paso hacia atrás para tantear los puntos flojos del moreno, pero no parecía tener ninguno. El médico hizo lo mismo, percatándose de que Marco no cubría bien su rostro.
Con un rápido movimiento se acercó a él y tras engañarle con la mano izquierda, azotó su cara con el puño derecho. Fue tan veloz que no lo vio venir y el guante impactó de lleno en su mandíbula.
El pelirrojo dio un paso hacia atrás para recuperarse y al segundo volvió hacia adelante atacando con un gancho izquierdo. Falló.
El médico tenía un cambio de piernas más veloz y pudo esquivar el golpe ladeándose hacia el lado contrario.
Los boxeadores echaban chispas por los ojos y eso hacía que todos los presentes gritaran de emoción.
El móvil del médico sonó en el vestuario.
Había quedado abierta una conversación.
'Srta. Steele'
*Qué propones?*
El mensaje quedó sin responder y con el doble tick azul.
Tras diez minutos encendido (no tenía el bloqueo automático) el 8% de batería que tenía se acabó y el móvil se apagó.
La pelea continuaba, llegando por el cuarto asalto, los boxeadores estaban exhaustos y la pelea estaba prácticamente terminada. Si McKellen conseguía el K.O todo habría terminado.

NO SOLO UN BOXEADOR ||Pausada||Where stories live. Discover now