Capitulo 5

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Las chispas saltaron entre ambos en cuanto sus miradas se cruzaron. Él parecía incómodo, ella solo quería tirarle la muleta a la cabeza.
- ¿Conocéis a Ava? La morena que parece un Pokémon lisiado. Es mi prima, prohibido acercarse.
-Qué pena. -El chico incómodo susurró, ganándose una mirada de Edgar con los ojos semicerrados. Movió la cabeza para quitarle importancia y volvió a hablar.
-Y ella es...-Seguía intentando recordar el nombre, pero como tardaba mucho ella le ayudó.
-Mireya.
-Eso. Mireya, su amiga. Prohibido acercarse también.
- ¿Y eso por qué? -Preguntó Paul. Un chico de pelo castaño oscuro, con mechas rubias e intensos ojos azules que no paraba de mirar a la rubia desde su posición a la izquierda de Edgar.
-Porque es amiga de mi prima. Si no te gusta puedes irte. -Sentenció el chico sentándose a la mesa. Ava se sentó a su derecha y Mireya a continuación, entre la morena y un chico casi rapado de ojos marrones y tatuajes en el cuello. La rubia supuso que no sería el único sitio donde los tuviera.
-Porque me gusta me quedo. -Añadió Paul haciéndole un guiño a la rubia, quien no pudo evitar sonrojarse.
-Bueno, ¿habéis pedido ya? -Preguntó Edgar, interrumpiendo el intercambio de miradas entre la rubia y Paul. Alzó la mano para llamar al camarero. -Yo quiero una cuatro quesos y una cerveza. -Le dijo al camarero una vez estuvo en la mesa.
-Una barbacoa. -Dijeron a la vez Ava y el chico al que quería agredir con la muleta. Volvieron a mirarse y ella arrugó el gesto.
Los demás siguieron pidiendo y cuando el camarero se fue se hizo el silencio en la mesa. La tensión generada por el mal gesto de la morena había logrado que nadie quisiera hablar.
-Ava, ¿podemos hablar en privado? -Dijo él poniéndose de pie. Su pelo moreno estaba peinado hacia arriba, dándole un aire despeinado que seguramente había tardado más de diez minutos en conseguir.
Ella dudó unos segundos, pero las miradas de todos los presentes sobre ella ejercieron la presión suficiente como para que aceptara y siguiera al moreno hasta la salida.
Él se encendió un cigarro y le dio la espalda mientras daba la primera calada.
- ¿Por qué? -Le preguntó una vez expulsó el humo. Sus ojos marrones se clavaron en los de ella.
-Sé más preciso. ¿Por qué te miro mal? ¿Por qué quiero pegarte con esto? -Dijo mientras levantaba la muleta.
- ¿Por qué no me llamaste? -La boca de la morena casi impacta contra el suelo de la sorpresa.
- ¿Perdón? Tú fuiste el que decidió irse con otra.
-Te llamé...
-Y yo te ignoré. Fin de la historia. Ahora intentemos aparentar que todo está bien y divirtámonos todo lo posible. Gracias por la charla. Ha sido muy productiva. -Se dio la vuelta y se preparó para dar el primer paso hacia el restaurante, pero él la tomó por el brazo y la rodeó para cortarle el paso. - ¿Qué estás...?
-Una última vez. -Sus labios se juntaron en un rápido y ágil movimiento. Se sentían suaves y cálidos. No era una sensación que le disgustara, pero Ava era incapaz de perdonarle que la hubiera engañado con otra así que se apartó y como no podía golpearle con la mano sin soltar la muleta decidió que darle en la pierna con ella sería la mejor opción. Él se quejó mientras se apartaba y reía.
-No has cambiado nada.
-Que te den, Matthew Fell.

La cena continuó sin contratiempos, exceptuando las miradas asesinas de la morena hacia Matthew, quien por su parte había dejado de estar incómodo para adoptar una actitud pasota de chico duro al que no le importaba que su ex estuviera frente a él.

Edgar se puso en pie cuando terminaron el postre, rodeó a su prima y puso las manos en los hombros de Mireya. Las apretó delicadamente.

-Tú y yo nos vamos. ¿Lista? -Preguntó. Ella se giró para verle a los ojos y pudo ver la sonrisa que tanto la derretía. Asintió sintiéndose incapaz de hablar.

- ¿Y yo qué? -Preguntó Ava. Su primo la miró, luego miró al chico de los tatuajes, quién había descubierto que se llamaba Jonás, y volvió a mirarla a ella.

-Irás con él hasta la fiesta y allí nos encontraremos, tengo que dejar a Matt en su casa. -La morena ahogó un grito de felicidad. Pensaba que tendría que aguantarlo toda la noche.

Su historia había sido muy intensa y efímera. Se habían conocido hacía 4 meses, se habían liado al 5º día y habían empezado a salir en secreto a la semana siguiente. Después de dos meses de relación, en la que poco a poco ella había empezado a sentir cosas realmente intensas por él, el idiota había decidido liarse con la vecina de Ava, y ella decidió cortar la relación. En ningún momento ella supo que era amigo de Edgar, ni siquiera tenía pensado volver a verlo, y allí estaban. Cenando juntos de nuevo.

-Genial. -El moreno se levantó y sin decir nada más salió a esperar a sus acompañantes. Mireya se puso de pie y se fueron tras él.

- ¿Se puede saber de qué os conocíais? -Preguntó Paul mientras se arrastraba de una silla a otra para quedar al lado de la morena y rodearla con el brazo. Los ojos de Jonás se clavaron en ella también. Tenía una mirada intensa, del típico expresidiario con el que no quieres discutir. Pero por lo que había notado a lo largo de la noche era un chico bastante tranquilo y reservado, serio, pero con humor. No como Paul, que era la personificación masculina del cotilleo y la farándula.

- ¿No tenemos una fiesta a la que llegar? -Preguntó, sintiéndose acorralada e incluso un poco incómoda.

¿Cómo se le ocurría a su primo dejarla con dos chicos que acababa de conocer?

No era miss sociable precisamente.

...

- ¿Tienes frío? -Edgar la miró de reojo cuando entraron en el coche. Matthew se había metido sin preguntar en la parte de atrás, cerrando de un portazo que le había dolido incluso a la rubia. Así que ella había tenido que sentarse de copiloto.

-Para nada. -Respondió Matthew desde atrás.

-No te preguntaba a ti. -Dijo Edgar mientras ponía en marcha el coche.

-Me da igual. -Respondió con actitud desgarbada. Su amigo lo miró por el retrovisor mientras conducía.

- ¿Se puede saber qué te pasa?

-Nada. -El silencio se adueñó del coche hasta que pasaron cerca de la casa de la rubia.

-Mi casa es por ahí. -Dijo justo en el momento exacto en el que él giraba para el lado opuesto.

-Pero él se baja primero. Me agrada menos su compañía. -Le susurró a ella, fingiendo que el moreno no escuchaba y ganándose una mala mirada de su parte. La joven empezó a ponerse nerviosa.

Y los nervios fueron creciendo más y más cuando se percató de que Matthew vivía en una ciudad más allá. Una vez que el moreno estuvo abajo del coche, Edgar se giró hacia ella.

- ¿Estás segura de que no quieres que te cuele en la fiesta? -Preguntó con tono burlesco. Ella rio haciendo que su carcajada nerviosa retumbara de una manera agradable en la cabeza del conductor. Arrancó de nuevo.

-Si lo intentas seguramente te echen también.

- ¿Y eso sería tan malo? -Le preguntó mirándola coqueto de reojo. Ella se limitó a guardar silencio sin saber si le estaba hablando en serio o no.

Él intentó sacar conversación en un par de ocasiones más, pero ella no parecía ser capaz de seguirlas, lo cual le hacía sentir muy idiota. Tras varios intentos fallidos, él desistió y llegaron a la puerta de la casa de ella con tan solo la música de fondo. Estacionó el bmw, suspiró y volvió a girarse hacia ella. Ella hizo lo mismo, sin saber qué otra cosa hacer.

Sus miradas se cruzaron en el más absoluto silencio. Los latidos de la rubia se aceleraron sin llegar a entender lo que estaba pasando, mientras tanto el castaño solo podía pensar en lo bien que le quedaba aquel vestido blanco y lo mejor que quedaría en el suelo de su habitación.

- ¿Está todo bien? -Preguntó la joven con un hilo de voz. Él sonrió mientras asentía.

-Creo que no podría estar mejor. -Y sin pensarlo más agarró el rostro de la joven con una mano y besó la comisura de sus labios. -Buenas noches, rubia. -Susurró a pocos centímetros de sus labios.

-Buenas noches. -Le imitó ella.

Ninguno quiso separarse, parecía incorrecto.

Hasta que la rubia decidió tomar la iniciativa y juntó sus labios en lo que se sintió el beso más intenso de su vida.

NO SOLO UN BOXEADOR ||Pausada||Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora