Capítulo 4

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Le había costado más de media hora elegir qué se pondría para la rave, teniendo en cuenta que su primo le había dicho que fuera de blanco, no tenía muchas opciones, pero aun así no se decidía si ir con vestido o pantalón corto y blusa blanca. Al final optó por la segunda opción y se vistió intentando no mover demasiado el vendado y esguinzado pie.

La rave, que también era una neón party (de ahí el ir de blanco), empezaba a las 12 y media en un almacén, hasta entonces abandonado, a las afueras del pueblo. Era una fiesta legalizada, organizada por uno de los más ricos de la zona para promocionar la apertura de un nuevo bar de copas en el centro de la ciudad.

Lo lógico sería celebrarla allí, en el bar, pero no era tan grande como el almacén y tenía una cuarta parte de su capacidad. El aforo era limitado, de ahí que se pudiera entrar solo con invitación.

-Ava, Mireya está abajo. -La voz de su madre tras la puerta la sobresaltó. Terminó de ponerse la zapatilla y bajó las escaleras para encontrarse con ella.

Cuando llegó al salón vio que llevaba un vestido blanco con flores, de un estilo muy veraniego e informal.

-Cualquiera diría que vas a ligarte a mi primo. -Alzó ambas cejas, haciendo obvia la insinuación.

- ¿Y tú con el conductor fantasma qué? -El rojo había inundado sus mejillas e intentó cambiar el tema de conversación. Eran las nueve y 45, aún tenían 20 minutos para que su primo llegara a buscarlas, porque sabían que no sería puntual, y temía que se pasara todo el tiempo chinchándola con él.

Aunque en realidad eso no iba mucho con Ava, ella prefería chinchar un poco y dejar en paz a la persona porque sabía muy bien lo que podía llegar a molestar.

La morena miró el reloj colgado en la pared.

-Llevamos sin hablar 3 horas, y no es él. -La rubia frunció el ceño.

- ¿Qué? -Se sentaron en el sofá, la morena dejó las muletas a un lado y se colocó mirando a su amiga.

-Es el Dr. McKellen. -Susurró. La rubia dio un pequeño grito y Ava la mandó bajar la voz con un gesto.

- ¿Has ligado con el médico? -Preguntó atónita en un semi-susurro. La morena le hizo un pequeño resumen de lo que habían hablado, y digo pequeño porque casi en diez segundos se lo comentó. - ¿Entonces os veréis esta noche?

-Puede ser. Me dijo que iría a por un amigo. -Se encogió de hombros. En la cabeza de la rubia se unieron poco a poco las piezas.

- ¿Y si el amigo es el que casi te atropella? -Ava abrió los ojos.

-No había pensado en esa posibilidad...pero lo dudo.

- ¿Por qué? -Quiso saber.

-Porque, ¿te recuerdo que casi me atropella con un coche que él conducía? No tiene necesidad de que vayan a buscarlo.

-Eso es verdad. -Se produjo un silencio incómodo.

Desde que conocía a Thomas, que ya era cerca de 4 años, nunca había mantenido una conversación con su hermana que durara más de 3 minutos. Al menos no hasta que ese año había coincidido con ella en varias clases de la universidad.

Y aunque iban haciéndose amigas poco a poco aún existían esos pequeños silencios en los que ninguna se atrevía a decir nada por si la otra pensaba que estaba fuera de lugar.

En definitiva, no existía el mismo grado de confianza que con Thomas, con quien perfectamente podía debatir durante horas si las gallinas habían existido antes que los huevos, por ejemplo.

La madre de Ava apareció con una bandeja con zumo y tostadas entre sus manos para terminar con aquel silencio tan extraño.

-Pensé que quizá tendríais hambre. -La dejó sobre la mesa y se sentó en el brazo del sofá, junto a su hija. - ¿Estás segura de que quieres ir a esa fiesta? -Le dijo mirando con exageración hacia su tobillo vendado.

-Está decidido.

-Pero no podrás bailar, ¿qué gracia tiene eso? -La morena miró a Mireya y se sonrieron mutuamente, llegando al mismo pensamiento: el posible encuentro con el Dr. McKellen.

-No insistas, mamá, iré. Así que no me esperes despierta.

Su madre, resignada, suspiró y se volvió a ir, dejándolas allí solas. Para tapar el silencio encendieron la televisión, estuvieron viendo los Simpson hasta que se pusieron en intermedio y se pusieron a hacer zapping, con la suerte de encontrarse con la cadena local hablando de la fiesta de esa noche. Era un programa comentarista en el que todas las tardes hablaban sobre la comidilla del pueblo, como se suele decir. Todos los chismes o noticias semi importantes salían ahí. Las jóvenes prestaron atención a lo que los presentadores decían.

+Y así es, Cristóbal, esta noche se celebra la fiesta de inauguración del pub nº7, a las afueras. La cual está planteada como una de las más esperadas del año, al menos por la zona. -Habló la mujer castaña. Su compañero colocó los papeles que tenía sobre la mesa y cogió el relevo.

+En efecto, Melissa, se plantea como una noche bastante diferente en la que se juntarán dos tipos de fiesta; rave y neón party, amenizadas por música electrónica a cargo de varios Dj's.

+Así es, según tengo entendido viene gente famosa.

+O al menos conocida. Ha llegado a mis oídos que viene gente del mundo del boxeo. Entre ellos "El loco" Monroe.

+ ¿El loco Monroe? -Fingía la sorpresa tan mal que Ava y su amiga no pudieron evitar reír por lo bajo.

+Un joven de 23 años que lleva relativamente poco en el mundillo pero que sueña con llegar alto, y lo está consiguiendo. De hecho, ha venido a disputar una pelea a unos km de aquí.

+Parece interesante...-La mujer siguió hablando, pero las chicas estaban más interesadas en el claxon que pitaba insistentemente en la calle.

Edgar estaba allí.

La rubia empezó a ponerse nerviosa, quiso ayudar a Ava a levantarse y por poco se le cae encima. La morena no pudo evitar reír.

-Gracias por la intención, pero si vas a terminar de romperme el pie prefiero hacerlo sola. -Mireya se sonrojó y se apartó. Ambas caminaron hacia la puerta y justo cuando abrieron se encontraron a Edgar a punto de llamar al timbre. Llevaba el pelo castaño claro peinado hacia arriba y unas gafas de sol negras tapaban sus ojos marrones.

- ¿Las mujeres podéis ser más tardonas? -Ava lo miró mal.

-De hecho, el que llega tarde eres tú. -Replicó.

-Deja tus estúpidos horarios y sube al coche, anda. Vamos con retraso. -Ava alzó una ceja y su primo le sacó la lengua. Ella rodó los ojos y se ayudó de las muletas hasta llegar al coche. Abrió la puerta del copiloto y con ayuda de la rubia se sentó sin ningún percance.

-Bueno y ¿dónde vamos a cenar? -Preguntó Mireya una vez subió al coche, sacándose la vergüenza por un momento de encima. Él la miró por el retrovisor interior mientras cambiaba la marcha.

- ¿Dónde quieres que te lleve? -Le guiñó uno de sus marrones ojos por encima de las gafas y logró que las mejillas de la rubia se tiñeran de un intenso rojo, consiguiendo a su vez que el joven sonriera conforme con su actuación. Edgar se mantuvo observándola unos segundos, intentando recordar su nombre.

No era demasiado bueno recordando nombres, pero al menos sí había reconocido su cara de alguna que otra vez.

Tras varios minutos de escuchar canciones de techno, llegaron al restaurante. Era el Pino's, un restaurante de comida italiana bastante bien en relación calidad-precio. Aparcó justo en la puerta, la suerte del tonto lo llaman.

-Señoritas, hemos llegado. Pueden bajar sus lindos traseros de mi aún más lindo coche. -Y con esto y tras apagar el motor las dejó solas en el interior del 320 plateado.
Las chicas bajaron poco después y escucharon al instante el sonido de las puertas cerrándose con el mando. Caminaron hasta el interior del restaurante detrás del castaño, quien fue hasta la última mesa, en la que estaban, suponían, sus amigos.
Para el asombro de Ava no sabía quién era ninguno, excepto uno...

NO SOLO UN BOXEADOR ||Pausada||Where stories live. Discover now