Capítulo XII

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¿Qué es el Caleuche? ¿De dónde ha venido tremendo barco fantasma? Con sus velas rasgadas, con su aura espectral y con sus tripulantes salidos de otros mundos. Los bardos cantaban historias de este magistral buque fantasma, leyendas que nuestros dos aventureros por su clase social nunca escucharon en sus vidas, pero que vivieron en carne propia, siendo obligados a aceptar una proposición que hasta el más tonto aceptaría.

La elfa tembló de miedo, sus ojos desorbitados buscaban un refugio desesperadamente, por otro lado, el esclavo se mordió el labio y vio que todos los capturados sudaban por el terror que los inundaba. Nadie se movió de su sitio cuando unos pequeños hombres se acercaron a removerla. Había seres espectrales en el barco, blancos, con la figura normal de un ser humano, pero para los secuestrados era algo impactante de ver. Mas aun, los que llamaban la atención eran otros como ellos, de carne y hueso, pero con una diferencia lamentable: su pierna derecha estaba doblada a su espalda.

Uno de los extravagantes fantasmas se acercó amigablemente, vestía un sombrero exagerado, un abrigo, pantalones y botas. Todos ocultaban la mirada, al ver que sus ojos fantasmagóricos no tenían iris, que la indumentaria era incolora y que sus palabras se retorcían en el viento, algunos no le quedaron de otra que abrazar sus piernas y esconder su cabeza entre ellas. Por una parte, XXXII se levantó, con sus rodillas traicionándole, no le importó y trató de comunicarse con el que decía palabras inentendibles.

—¿Qué nos....? ¿Qué nos? —su voz se resquebrajó de inmediato. Miró hacia los lados, se sentía solo y estaba solo.

—¡Ajá! latín, ya veo —sonrío el sujeto e hizo un ademán de alegría al adivinar la lengua del hombre.

—¿Puedes entenderme?

El fantasma posó sus manos en el abrigo, irguió su pectoral, con una voz respetuosa y orgullosa prosiguió.

—Puedo hablar inglés, francés, latín, portugués y español caballero —hizo una reverencia y continuó—. Mi nombre es Vincent Collingwood, hijo de unos modestos padres británicos, visitado por este maravilloso barco en mis años de juventud y muerto en un abismal enfrentamiento de busques. Cumplí mi palabra, la promesa con estos simpáticos sujetos y he obtenido la vida eterna.

—Con todo respeto, señor ¿Vincent? —respiró. Un susurro dejó en claro las dudas y confusiones que había en su mente—. No entiendo nada de lo que está hablando, no sé qué ha nombrado y tampoco sé que es "británico".

—Perdona mi exageración y mis modales —soltó una risa—. Son lugares de otros mundos, otros mares que este mítico barco navega. Yo también me sorprendí la primera vez, la ignorancia es atrevida mi querido hermano. Espero que no te moleste que te diga hermano, ya sabes somos humanos...bueno fui y sé lo que se siente esta mezcolanza.

—Entonces si ya sabe por lo que estoy aquí... ¿me podría orientar un poco? —juntó sus manos, aun temblaba un poco.

—Por supuesto —dijo excitado y se apegó un poco más al ser vivo—. El Caleuche te da la oportunidad de la vida eterna o de quedar como un esclavo como siempre —le apuntó a uno de los hombres con la pierna deforme—. He ahí los hechos, porque las palabras se las llevan el viento, los hechos son la demostración de la pura y santa realidad.

—¿Qué debo hacer? —intentó tomar valentía, aun así, mordió su labio inferior y se acarició el antebrazo izquierdo. La actitud de Vincent le incomodaba, era mucha la confianza que tenía con un desconocido.

Vincent le indicó con su mano que le siguiera. XXXII miró hacia atrás, con una media sonrisa observó a Alvene, quien estaba asustada y al ver que el chico iba a ir solo, se armó de valor, se levantó y le tomó de la mano ejerciendo presión.

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⏰ Last updated: Oct 31, 2022 ⏰

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Número XXXIIWhere stories live. Discover now