Capítulo VIII

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Rodrick le resumió gran parte de los acontecimientos vistos en el coliseo a su maestro, los dos se mostraban bastante molestos ante la situación. Mientras el viejo se masajeaba lo que le quedaba de cabello, el hombre más joven se ajustaba las correas con fuerza de su camisa real, las amarras de las botas y acomodó su traje como si estuviera preparado para la tormenta que se avecina. Los dos pensaban en un mismo plan para salvar al ser de la profecía, hasta que Sir Rodrick se percató de la presencia de un ser extraño, tal gracia lo sacó del contexto y vio al esclavo.

—¿Qué clase de hechicería tiene para que su color de piel sea negro? —preguntó un poco alarmado.

—No tengo ninguna hechicería joven guerrero —se inclinó para hacer una reverencia—. Soy Shamash de Sumeria, un ser humano con una cultura diferente a la suya.

—Nunca había escuchado el nombre de Sumeria en mi vida.

—Y no me sorprende. —contestó con humildad—. Tenemos el gran problema, en especial las casas altas, que solo nos fijamos en lo que esta al frente de nuestras narices e ignoramos los problemas que se crean afuera de nuestro territorio.

—Con esas palabras intuyó que eres alguien de casta alta.

—E inteligente, nuestros avances tecnológicos son gracias a una raza llamada Lemurianos —prosigue con emoción—. Ellos fueron los que ocultaron grandes descubrimientos que los seres de nuestra época le son imposibles de entender.

—¿Lemuarianos? ¿No era una raza mitológica inventada por la humanidad para darle explicación a extraños artefactos fuera de esta época?

—Negativo con lo inventado y positivo con lo de los artefactos. ¿Sabes por qué hablamos en latín y de donde nació ese idioma?

—Ignoro eso.

Shamash soltó una risita, dio vuelta su cabeza para ver el rostro de Número Cero: él guiño su ojo derecho y Shamash entendió lo que debía hacer. El anciano sabía que aun había tiempo para que ellos se conocieran, ya que por la información que se ha dicho, las cadenas que deben colocarles a las jaulas requieren de un gran trabajo y mucho mayor si no hay enanos que ayuden a los elfos.

Lo importante era que esos dos forjaran un vinculo de confianza, no la suficiente para hablarse sobre sus intimidades, sino lo justo y necesario para que esta misión fuera un éxito.

—Las escrituras ocultas de los Lemurianos hablan del antiguo idioma real: El Adamiano. Ese era el idioma que hablaban todos los humanos, hasta que de la nada llegaron otras razas a convivir con nosotros. Con el tiempo se mezclaron los idiomas y para preservar una paz se creó el latín, cosa que enfureció a nuestro Dios y se creó un conflicto que perduró hasta hace poco: la guerra divina.

—O más conocida por la guerra de los mil años —añadió el lobo.

—Efectivamente. Es donde Lucifer se reveló contra Dios. Según dicen fue una traición, según dicen fue una falta de respeto hacia la normativa y las reglas. Pero la verdad es que fue una cosa: la envidia y el miedo de Dios al sentir que su puesto en el trono iba a ser arrebatado tarde o temprano.

—En fin, basta de historias —dijo Rodrick—. Entiendo que eres de otra región que tiene secretos asombrosos. Me ha interesado, no lo niego. Pero ahora debemos salvar a Número XXXII y Número XXXIII a toda costa.

—Y por eso necesitaba darte esta charla. Inconclusa, pero una presentación a los asombrosos artefactos que, alguna vez, estuvieron en poder de una raza muy sabia.

El semblante serio de Shamash hizo retroceder un paso a Rodrick. Nunca había visto una presencia de éter tan fuerte como el de aquel hombre.

—Sir Rodrick, necesitamos que nos guie a la habitación de los objetos sustraídos a los esclavos.

Número XXXIITempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang