Confianza

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El reloj marcaba las 10:30 pm, cuando Bárbara se despertó de aquella pequeña siesta que planearon tomar, la cual se alargó por la comodidad en la que su cuerpo se encontraba, quizás.

La pelinegra abrió un ojo lentamente, al recordar y sentir donde estaba, luego abrió el otro y suspiró lentamente ante lo que pudo apreciar, estaba acostada de lado sobre el hombro izquierdo de Macarena, quien descansaba sobre unos cojines que le daban el ángulo perfecto para que ambos cuerpos reposaran plácidamente. El brazo izquierdo de la rubia descansaba en su espalda y el de ella estaba sobre el abdomen de su compañera de siesta, ahora también, pensó.

La admiró por unos segundos, se tomó el tiempo de recorrer lentamente las facciones de su rostro, detallando lo increíblemente perfecto que se veía de cerca y al dormir, ansiaba acariciar su cutis, el cual percibía como si fuese a tener la textura del más delicado pétalo, sus pestañas eran perfectas, al igual que sus ojos, al recordar el color sonrió levemente, su cabello perfecto y el olor que desprendía junto con el de su perfume la hicieron cerrar los ojos para grabar aquel aroma en su cerebro. Aroma que le transmitía pureza, tranquilidad y belleza.

Se fijó en su mano, estaba sobre su abdomen, podía sentir lo firme que era, ya que tenía una blusa de tela fina, hizo lo imposible para contenerse pues quería acariciarlo también.

Bárbara, ¿qué te sucede? ¿Qué estás pensando? ¿Dónde tienes tu cabeza? —volvió a mirarla y sonrió— ¡Oh por Dios! Es demasiado hermosa..., se reclamó a sí misma hasta que de nuevo quedó perdida viendo su rostro.

Macarena se despertó, estaba sintiendo la mirada de la morena en ella, y comenzó a moverse lentamente, dibujando una tierna sonrisa. Como resultado de lo que sentía como la siesta más plácida que haya podido tomar en años, y eso que ella amaba dormir a cualquier instante.

Juro que puedo quedarme aquí para siempre, que bien se siente su cuerpo junto al mío, es como si fuese... Oh rayos... qué pensamientos tan fuera de todo..., la rubia meditaba para sí misma.

—Barb... —dijo con una voz tenue y aún con los ojos cerrados, para confirmar si ella ya estaba despierta.

Bárbara para disimular, fingió voz de adormilada. —Novia —¿Es en serio se me va a salir llamarla así cada rato? ¡Qué oso!, se reprendió rápidamente—, nos hemos quedado rendidas, no tengo noción del tiempo. —dijo soltando un leve bostezo.

—Me encantó está siesta. —¿Lo pensé o lo dije?, se preguntó alarmada.

—A mí también, me gustó... leímos como mucho, seguro ello nos hizo caer así. —dijo haciendo amague para separarse de la rubia, pero ella no lo permitió, y con su brazo izquierdo la detuvo.

—Unos minutos más, ya va —holgazaneó—, nunca me paro de una vez luego de despertarme. —le aclaró.

—Eres una dormilona —levantó su rostro para buscar la mirada de Macarena, y no pudo evitar decirle: — ¡Oh cielos tus ojos se ven hermosos!, así medio achinaditos y todo. —le regaló una hermosa sonrisa.

Perfect Time (Terminada)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora