"Y entonces, después de casi 100 años en este mundo, reconozco que no se nada aún de la vida, porque no había tenido el placer de coincidir contigo."
"A veces solo tienes que sostenerte a una fantasía para mantenerte en la realidad."
"Mi bajo autoes...
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Llegué al Danzart sintiéndome miserable.
Esperaba no toparme con alguien conocido para no herirlo con mi maldita actitud y palabras.
El rostro de Megan me miró de lejos con una sonrisa acercándose a mí.
Oh no. Pensé.
—Hola Kenz.
—Hola Megan.
— ¿Pasa algo?
—Amanecí de malas, es todo.
— ¿Y cuál es el motivo de eso?
—Algo que en realidad no te importa.
Al instante me arrepentí de haberlo pronunciado.
Maldición.
—Lo siento Megan, te lo dije, estoy de malas.
—No importa—contestó bajando la mirada como si no quisiera verme y se marchó después de dar media vuelta.
—Si sigues así te quedarás completamente sola—Me dije a mi misma.
Cerré mi casillero acomodándome la mochila y pasé rápido por el pasillo ignorando a todos a mí alrededor.
A la hora del almuerzo me dirigí a la mesa en la que habitualmente todos nos sentábamos.
Se encontraba vacía y me extrañé por ello.
Observé a mí alrededor buscando rastro de alguna cara familiar.
Para mi gran sorpresa, Austin y Nikki entraron a la cafetería y se sentaron en la mesa frente a la que yo estaba, ignorándome.
Keyleb y Abbigail llegaron después, tomados de la mano, a sentarse junto con ellos.
Abbi me miraba como pidiendo perdón.
Pero el daño estaba hecho.
Me querían decir que ya no estaban conmigo.
Gracias. Que gran grupo de amigos.
Siempre conmigo.
En especial Keyleb mi querido "hermanito" de Inferian.
Bajé la mirada reprimiendo las lágrimas de decepción que querían escapar.
Deimon ingresó y se llegó a sentar a mi lado.
—No entiendo que les pasa— dije no muy convencida.
—Creen que es mejor darte tu tiempo... piensan que estás deprimida como para morirte, y creen que es lo mejor para regresarte la buena actitud... idiotas, al diablo con ellos, no los necesitas... ¡Nadie, los necesita en verdad! —gritó para ellos con obviedad y simplemente lo miraron fijamente con un poco de resentimiento.
