Cap 6.3

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Me levanté el domingo a las 10am sin despertadores ni gritos ni carreras, un día libre al fin.

Me bañé y vestí rápido, cuando salí del cuarto ví a las chicas en la sala con sus tabletas.

-Buenos días, ¿Vamos a desayunar?- pregunté con mucho ánimo.

-Claro, hice una reservación- contestó Sawa

-Ya está esperando la limo abajo- hablo Iza.

Fuimos, nos dejaron en la puerta del restaurante, Sawa me pasó unas gafas oscuras y me indicó ponerme las, al bajar ellas también llevaban las suyas, la recepcionista nos llevó personalmente a nuestro lugar, planta alta. La zona tenía 3 balcones gigantescos y 5 mesas más pequeñas bajo techo, nos sentaron al centro.

Este trato no deja de ser me ajeno. Una ves ahí nos quitamos los lentes.

-Lindo ¿Verdad? Es la buena imagen que necesitás- comento Sawa -Estas dejando muy buena impresión en esta ciudad, pronto el incidente "autógrafo" quedará en el olvido.

-¡Sawako!- reclamó Iza -Tu tómalo con calma Miguel, es solo que aquí puedes comer algo más nutritivo que la chatarra de todos los días.

-Yo estoy bien- comenté -me alegra probar cosas nuevas y después podré llamar a mi familia ¿No?

-Claro cariño, todo el día si quieres.

Las chicas se veían felices y yo también lo estaba. Llegó el menú y ordenamos, bueno Sawa ordenó por mi. Charlamos sobre lo distinta que es la ciudad de San Fansokyo a mi pequeño y amado Santa Cecilia, la comida llegó.

Estaba apunto de comer asta que...

-¿Te lavaste las manos?- interrumpió Iza

-Ahggg... No

-Ve a lavarte Miguel- ordenó

-¡Ahh vamos! Ni que me fuera a morir.

-Dijiste que no eres un niño, no te comportes como tal

-Bien- me levanté de la mesa para ir al baño -"Ni ti cimpirtis kimi til"- murmuré mientras me iba.

El baño no estaba tan lejos al menos, todo era de color blanco y estaba vacío, quizá era muy temprano todavía.

Fui al lavabo más cercano, me lavaba las manos en silencio cundo una de las puertas del sanitario se abrió detrás de mí con brusquedad, eso me asustó un poco pues creí que estaba solo.

Un tipo salió con la cabeza agachada, parecía molesto, se acercó al lavabo y ocupó el que estaba al extremo opuesto al mío.

Por curiosidad le miré por el rabillo del ojo pero al hacerlo no puede evitar abrir ambos ojos y verlo más directamente

-¡¿Hiro?!... Di-digo señor Hamada... Yo eh...- estaba congelado, todo lo que avía pensando en decirle antes se fué al carajo.

Él volteó a verme cuando lo llamé, se veía muy cool a diferencia de mi.

-¿Miguel? Hola, qué gusto verte.

Resulta que estaba en el baño tratando de limpiar la mancha en mí pantalón, la cual no se quitaba y solo empeoraba, escuché que alguien se acercaba y en pánico entre a un sanitario, lo cual sin duda fue un acto muy idiota

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Resulta que estaba en el baño tratando de limpiar la mancha en mí pantalón, la cual no se quitaba y solo empeoraba, escuché que alguien se acercaba y en pánico entre a un sanitario, lo cual sin duda fue un acto muy idiota. Trate de al menos secar la mancha con el papel, cuando al fin pude se quedó una huella que no sería fácil esconder, solo me quedaba salir del baño e irme del lugar lo más pronto posible.

Decidí evitar el contacto visual con cualquier persona empezando con el individuo que avía entrado, abrí la puerta y salí, al ir al lavabo tomé la mayor distancia posible, todo estaba controlado pero

-¿Hiro?- escuché -Digo señor Hamada

"Con un demonio, lo que me faltaba" pensé, trate de dirigirle una mirada enfadada para dejar en claro que no estaba en disposición de interactuar pero al verlo el fastidio se volvió pánico.

-¿¡Miguel!? Ho-ola que... Em... Que gusto verte...- dije con mi excelente acto de seguridad fingida previamente ensayado [se escuchó igual de penoso y patético como lo imaginaste]

Mi idolo [Higuel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora