Vecinos (ZIAM)

07. Gemidos y un vecino muy enojado

Zayn caminó despacio hasta sentarse en el cómodo sillón y quedarse allí, mirando a la nada mientras su mente comenzaba a revivir una y otra vez lo que acaba de pasar hace tan solo unos minutos atrás en la casa de su vecino.

*****

—¿Qué me escondes mocoso?

— N-nada...

— Zayn .

— ¡Nada!

El castaño frunció el ceño y dejó las hojas en la mesa más cercana, luego con una mirada amenazadora comenzó a acercarse a pasos lentos hasta el cuerpo indefenso de aquel moreno. Al mismo tiempo Zayn se iba alejando hasta que ya no hubo más camino para seguir y su espalda dió con la pared del oscuro cuarto de limpieza, cuarto que solo era iluminado por la luz de la sala, y al Liam entrar y cerrar la puerta, todo quedó en una gran oscuridad.

Zayn comenzó a sentirse nervioso, incluso más de lo que ya lo estaba, seguía aferrándose a aquella prenda en su espalda como si su vida dependiera de ello.

— Esta es tu ultima oportunidad, ¿Me vas a dar lo que sea que estés escondiéndome?

— ¡Te dije que no te escondo na-ah!

No pudo siquiera terminar aquella frase cuando sintió el cuerpo ajeno pegarse al suyo, unas manos en su cintura y aquel gran miembro de Liam restregarse con el suyo. Sintió su respiración muy cerca de su cuello logrando que su piel se erizara y soltara unos cuantos jadeos necesitados.

Zayn se estaba poniendo duro, solo le bastó el roce de su cuerpo para que se pusiera duro, no se lo podía creer.

Interiormente estaba gritando como toda una fangirl.

— Zayn...

Una de las manos que se mantenían en su cintura fue bajando hasta aprisionar el miembro del moreno en su mano, por una extraña razón le había gustado que su vecino estuviera gimiendo con solo tocarlo por encima de los pantalones.

Zayn podía decir que se encontraba en el cielo, tanto así que se olvidó por un momento de aquella prenda interior en su espalda y la dejó caer al suelo, gran error.

Al segundo el castaño se separó y tanteo el suelo hasta dar con aquello que tanto le escondían.

Caminó hasta la puerta y la abrió dejando entrar la luz.

Primero miró con un renovado enojo su ropa interior sucia y luego a su acompañante que estaba todo sonrojado y con una notable erección entre las piernas.

— Vete.

Zayn lo vio a los ojos más avergonzado que nunca, sin reaccionar.

— ¡Ya!

Y ese grito bastó para que el menor corriera fuera de aquella casa olvidando hasta los apuntes que habia ido a buscar.