capítulo 11

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Madeleine respiró hondo.

Caminar aquél pasillo le pareció una maldita eternidad, de no ser porque la punta de sus botas había tocado el escaloncillo del umbral, no se hubiese dado cuenta de que ya estaba allí.

Esperando algo de lo que dependía su trabajo y hasta su carrera en general. Madeleine prácticamente estaba graduada, había culminado académicamente su carrera, pero aún no le habían dado su título. Todavía no tenía cómo rugir en la jungla de cemento a la que se enfrentaba laboralmente.

Tocó y segundos más tarde la puerta de cristal ahumado se abrió frente a ella, caminó y se detuvo detrás de las dos sillas en un perfecto orden. Él le regaló una sonrisa detrás de esas particulares gafas y dejó los papeles a los que estaba leyendo sobre el escritorio.

—Buenos dias Tim.—dijo ella, con una sonrisa tensa. Él le indicó que se sentara y le obedeció.
—Pasado mañana saldrá la edición de la revista con Tyrese y..
—Y..—repitió. Solo estaba esperando que le dijera que estaba despedida.
—Vaya Madeleine..—finalizó, viéndola sobre las gafas.
—¿Vaya qué?—dijo Madeleine, un poco desesperada.
—La leí ésta mañana. Fue muy buena. Felicidades.

Las mejillas de Madeleine se tornaron de un rosa intenso a pesar del blush que ya tenía puesto. Su jefe que aparentemente la odiaba, la había felicitado por su primera gran entrevista en la revista.

—Gracias.—se limitó a decir, con una sonrisa sincera.
—Sin embargo, que seas una pasante no quiere decir que tendrás grandes entrevistas todo el tiempo. Porque eso eres, una pasante. Mejor dicho, una principiante. Solo cubriste el trabajo de Sasha.—soltó, amargamente.

“¡Porque te la tiras siempre aún estado casado gran imbécil!”

—Lo sé, agradezco la oportunidad de verdad.
—Mañana en la tarde habrá una reunión sobre la nueva edición. Así que no te irás hasta las seis que será la entrevista con los editores de las demás columnas. Puedes retirarte, y quita esa cara, no voy a botarte hoy.
—Gracias.—contestó con hostilidad.

Por personas como tu hay gente que se muere de hambre idiota”

Madeleine salió de la nefasta oficina de su jefe y en lugar de ir incluso a la oficina de Cristy, fue a la suya,  revisó en su ordenador las diferencias horarias y los vuelos salientes de Milán para el día siguiente. De pronto detuvo sus dedos del teclado y se rió.

¿Tan tonta había llegado a ser en ese instante?

Por supuesto que nunca encontraría el posible vuelo de Harry en la página de las aerolíneas. El grandioso Harry Styles no viajaba en vuelos comerciales, él viajaba en vuelos privados. Jets privados. No conseguiría saber la hora de llegada a menos que Harry le dijera, pero como no se había comunicado con ella durante los últimos tres días, no lo sabía.

Volvió a sonreír y reírse sola, sintiéndose tonta desde luego. Se preguntó si de verdad ella estaba ajustando la hora de esa reunión para que no interfiriera con la llegada de él y estropeara su encuentro. La llegada de Harry Styles, la llegada del hombre con quien por las últimas semanas había estado en ese pleno estado de felicidad pura. De alegría y de surrealismo. Qué se sentía en el cielo.

Ella, una mujer que ni en sus mas remotos pensamientos había pensado en conocerlo o incluso mantener esa secreta y rara relación aún conociendo las ventajas de la carrera que había escogido años atrás en la universidad,  podía permitírselo ya fuese con él, o cualquier persona del medio artístico.

Para Madeleine era increíble detenerse a pensarlo. Que era amiga o amiga con derecho o lo que sea que ella estaba jugando, con una de las personas más famosas y amadas del mundo. Como lo había dicho aquel día en que lo conoció, esas cosas no sucedían en la vida real, alguien de la talla de Harry no "salvaría" a alguien tan común en un parque e invitarla a pasar la noche en su casa. Solo pasaba en las películas que veía con Cristy o los libros que leía en su tiempo libre.

Lo divertido era que, podía hacer que pasaran.

SURRENDER || Harry Styles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora