CAPÍTULO 4.

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La pequeña bajo del carruaje con una deslumbrante sonrisa de oreja a oreja, admiro el pequeño castillo con aquel brillo en los ojos que solía tener

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La pequeña bajo del carruaje con una deslumbrante sonrisa de oreja a oreja, admiro el pequeño castillo con aquel brillo en los ojos que solía tener. Era igual a los que aparecían en sus cuentos de hadas. 

Una vez Carl bajo el equipaje de Jane se encaminaron dentro, donde las mucamas y demás mayordomos los saludaban con una sonrisa amistosa. Jane alegre les regresaba el saludo felizmente mientras agitaba su mano, caminaron unos cuantos pasillos para después subir unas grandes escaleras de mármol. Jane admiraba todo con asombro ya que jamás había visto un lugar así. Al doblar uno de los enormes pasillos se toparon con una gran puerta de roble que estaba entre abierta donde se podía escuchar una voz que hablaba algún idioma que Jane no sabia, Carl se acerco hasta la puerta y toco levemente con los nudillos, de pronto la voz guardo silencio para después decir unas cuantas palabras mas.

—Adelante Carl, ya he terminado.

Carl me hizo señas de que me acercara a su lado y lo hice sigilosamente, abrió la puerta con suma delicadeza y se pudo ver una gran biblioteca donde había un escritorio en medio de la habitación junto a un sillón de piel oscuro y en éste estaba sentada la que parecía ser la tia Dempsie. 

—De nuevo uno de los Barones tratando de seducirme —se rio— Debo decir que fue un intento vago e inútil.

Se levanto del sillón para dirigirse hasta el escritorio de roble de donde tomo un cigarrillo que llevo a sus labios para después encenderlo y darle una gran calada. Ni siquiera papá fumaba. 

—¿Qué es eso? —me señalo para después expulsar todo el humo y un ligero olor a tabaco inundo la habitación. 

—Es la señorita Darling, ha venido desde Londres. 

—¿Llegaba hoy? —exclamo sorprendida— Debiste recordarmelo, pensé que lo haría en un par de días. 

—Supuse que lo olvidaría señora, así que me he tomado la libertad de ir por ella. 

La tia Dempsie asintió para después acercarse hacia mi con un andar elegante, parecía una duquesa o aquella reía malvada del libro que a veces solía leerme mi madre, de la niña que sigue a un conejo blanco y cae por un agujero. Me observó de pies a cabeza para después apenas sonreírme, acarició mi cabeza como si fuera un cachorro, volvio a alejarse de mi para volver a sentarse en el sillón de piel rojo. 

—Dale la habitación del segundo piso. 

—¿La del balcon señora? —pregunto amablemente Carl.

—Por supuesto, lleva años sin usarse, que limpien todo y ordenen las cosas de Jane ahí, una vez que preparen la comida llámenme. 

—De inmediato señora. 

Carl volvio a indicarme que lo siguiera y me llevo al primer piso, a un hermoso salon color durazno donde me hicieron que tomara asiento en una mesa de cristal donde poco después pusieron un hermosa taza de té de porcelana, me sirvieron chocolate junto a un par de galletas. Admire el enorme salon y todas las figuras de porcelana y demás que lo decoraban. Al pasar el tiempo Carl llegó por mí para llevarme a mi nueva habitación, una vez dentro de ésta me quede pasmada. 

Parecía la habitación de una princesa, con una balcón, un armario gigante, su tocador, la chimenea y un tapiz de color jade precioso. Era tan grande que me sentí aún más pequeña.

El tiempo se me pasó demasiado rápido al estar inspeccionando mi nueva habitación. Carl vino a por mí y me condujo por los enormes pasillos hasta el gran salón, dónde tome asiento frente a mi tía en la larga mesa. Solo éramos ella y yo, en aquél gran y solitario salón, con la mesa repleta de manjares que al verlos se me hizo agua la boca.

Mientras la tía comía en silencio sin hacer ningún ruido y con clase, incluso tenía aún más modales que el tío John. Tomé cuánta comida pude, tome pollo, puré, ensalada y varios trozos de los múltiples postres que había en la mesa, comencé a comer y en ese momento pude ver cómo el ceño de la tía Dempsie se fruncía poco a poco. Le resté importancia, apoyé mis codos con más fuerza sobre la mesa y me incline aún más sobre ésta para poder alcanzar mejor, pero conforme los segundos pasaron y yo seguía comiendo el rostro de mi tía se deformó y dió un golpe seco en la mesa con la palma de su mano extendida. De inmediato me paralice, dejé mi comida y limpié los restos de comida que habían quedado en mis mejillas con la manga de mi vestido.

—¡Basta! Ya tuve suficiente de tú espectáculo.

—¿Sucede algo tía? —pregunte con voz temblorosa.

—Dime, ¿te han adoptado de algún circo? —negué— Entonces no me explico cómo alguien que procede de una de las familias más importantes de Londres tenga los modales de un chimpancé.

Un silencio absoluto invadió la habitación, únicamente se escuchaba el eco de las manecillas del gran reloj. La tía Dempsie hizo sonar una pequeña y reluciente campana dorada, se escuchó un dulce tintineo y de inmediato apareció Carl por el umbral del gran salón.

—¿Algún otro manjar que desee señora? Le sugiero un buen vino o té después de la comida.

—Nada de eso Carl, se me ha ido el apetito de pronto —dijo ésto último pedante— Al parecer mi sobrina carece de modales, algo que me temía por su madre siempre tan vulgar. Ésta chiquilla no sabe comportarse, llama a Charlotte de inmediato.

Carl sin más asintió y salió a paso rápido del gran salón, mientras tanto la tía no despegó su mirada de mí, sentía como si me quemara y me hice más pequeña en mi lugar. Tenía demasiada hambre pero no seguiría comiendo, tal vez la tía se enfade y puede pegarme.

Unos tacones presurosos hicieron eco en el lugar y una señorita regordeta de cabello rubio y una amigable sonrisa se hizo presente. Parecía nerviosa ya que su andar un poco tosco y torpe la delataban.

—Buena tarde señora —le dijo con voz temblorosa y apresurada mientras hacía una leve reverencia para después sonreírle a la tía Dempsie.

—Si, claro —hizo un ademán con la mano y prosiguió— Desde mañana en adelante te encargaras de educar a ésta chiquilla.

Charlotte pareció confundida durante un segundo, de inmediato posó su vista sobre mí y me sonrió, yo hize lo mismo un poco tímida.

—Clases de etiqueta, e idiomas, seguramente no sobe ningún otro. Se que te será una tarea difícil pero espero todo de tí Charlotte —la tía Dempsie se puso de pie con suma elegancia se dirigió hasta el umbral del gran salón y prosiguió— Mañana te quiero ver despierta con los primeros rayos de sol Jane, como desacates mis órdenes y no cumplas con tus clases e incluso no vea un progreso, me veré obligada a enviarte de inmediato a un internado de señoritas.

Mis ojos se llenaron de lágrimas y simplemente asentí. La tía salió sin decir nada más, seguida de Carl y Charlotte.

Me quedé sola en aquél gran salón y de pronto me sentí aún más diminuta. Cuando comprobé que no había nadie más me eche a correr a mi habitación y me encerré en esta para después echarme a llorar. Quería volver con mamá.

Believe JaneWhere stories live. Discover now