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Mientras tanto en el reino de los dioses, la diosa Arterina cumplía con su deber, ella estaba al pendiente de todo y veía que la apuesta las reglas seguía, sabía perfectamente que Artemisa algo en su contra planeaba; Artemisa al matar a Mairk no sabía que esa diosa menor el puesto tomaría, ella sabía que al deshacerse de Arterina ella tomaría el lugar como la diosa suprema, Artemisa siempre había decidido tener el poder de la gran diosa Mairk, pero al ver que la diosa prefería la compañía de la diosa menor se enfureció; cuando la diosa Mairk y Artemisa se conocieron unidas se volvieron, pero con la aparición de Arterina todo cambio, ella se enfocaba en la diosa menor y a Artemisa de lado dejo, sin saber que Mairk solo la protegía del mal que emanaba, Arterina paz a su vida dejaba.

-mi señora –un cazador con su voz a la dios de sus pensamientos saco –no hay debilidad en la diosa Arterina.

-algo tiene que haber – dijo ella molesta – sigue seduciendo a la diosa.

Artemisa tenía un plan, pero hasta ahora todo le salía mal, Arterina no parecía sentir algo por su cazador y aunque el hacía hasta lo imposible por su atención llamar; en el templo de Arterina las siervas bailaban y cantaban, pero ella solo dolor albergaba en su corazón, los primeros años fueron difíciles, nadie sabía que ella hija de Mairk era, solo Orión lo sabía y los primeros años sin su madre difíciles eran, su amigo Orión mucha alegría le daba, los dioses de ella cuidaban, ya que cada día más poderosa se volvía, ya que los dones de su madre aparecían, la verdad es que esos a ella no le importaba porque su mama con ella no estaba, algo en el mundo cambio y esa pequeña luz a su vista alegro, desde su trono a aquella humana observaba su destino lleno de tragedia estaba, pero no le interesaba si podía ver la alegría y entusiasmo de aquella joven por algo que no deseaba.

-ahora que haces Arterina –Orión le decía.

-observo la tierra –le dijo – mira ella es Megara, su destino es trágico, pero a pesar de todo nunca pierde su sonrisa, la verdad es que verla me entusiasma.

-siempre aprendemos algo de los humanos, son seres muy expresivos – ella asintió –sé que odias hablar de esto pero ¿Qué tal la apuesta? – ella furiosa se paró.

-esa apuesta la vida de mi madre se llevó y ahora solo estoy, Orión crees que ánimos tengo de ver cómo va esa ridícula apuesta – ella lloro –ya quiero que acabe.

-lo se pequeña –el sintió la presencia de alguien más – Selena que agradable sorpresa –dijo él.

-solo quería saber cómo se encuentran –dijo ella – Zeus ha estado algo nervioso y no me quiere decir que sucede.

-No es nada grabe – dijo Arterina – solo ve como está el mundo y se preocupa por todo –dijo y voltio a verla –si solo bienes a eso te puedes retirar.

-Eres fría y despiadada sabes, nosotros no tenemos la culpa de lo que le paso a Mairk – dijo ella ganándose la mirada de desprecio de la joven.

-y ustedes hicieron algo para detenerlo –dijo furiosa –NO HICIERON NADA, DEJARON QUE ARTEMISA SE SALIERA CON LA SUYA Y QUE MATARA A MAIRK USTEDES JAMAS SABRAN EL DOLOR QUE HAY EN MI CORAZON POR LA PERDIDA DE MI MENTORA – grito ella, saliendo de la cámara del trono.

Mientras tanto en el templo de Selena la soledad llegaba, se sentía mal, la diosa Arterina muy mal la había tratado y sabía que era su culpa y de los demás dioses no hacer nada; aquel día al llegar al templo, ya que habían sentido un fuerte temblor, con una sorpresa se llevaron, la pequeña diosa menor llorando se encontraba y abrazaba a la diosa Mairk, vieron a la diosa Artemisa con una espada, Orión corrió hasta las diosas y trato de parar la hemorragia, el cuerpo se volvió pétalos y Arterina mas lloro abrasándose a ella misma, juro venganza y exigía que la muerte de Mairk fuera castigada, pero ningún dios hizo algo para castigar a Artemisa, la verdad es que no esperaban que la diosa menor de luces se llenara y se transformara en la diosa suprema, pensaron que Artemisa seria la diosa mayor, pero no solo fue sorpresa la diosa Arterina obscura y fría se volvió, la verdad es que era una diosa compresiva y misericordiosa con los humanos y criaturas que en la tierra Vivian, pero era muy cruel con todos los dioses, bueno casi todos ya que a Orión lo trataba bien, al parecer ella quedo complacida con todo el apoyo que le dio, la verdad es que Orión fue el único que se acercó a Arterina y la cuido y ayudo a control su nuevo poder, nadie sabía qué clase de relación mantenían Mairk y Orión ya que eran muy unidos, un día Mairk desapareció y después de 10 meses regreso, a los semanas Orión llego con una bebita en brazos y Mairk de la pequeña enamorada quedo, ella tenía la sospecha de que era hija de ella, pero la verdad es que no se parecía a ninguno de los dos, mientras Mairk era peliblanca alta, ojos azules como el cielo y piel blanca como la nieve, Orión era peli negro, ojos Marrón, tez güera, alto y fornido y la diosa Arterina era castaña, ojos negros, delgada y morenita, la verdad es que cada uno era distinto pero desprendían elegancia y seguridad, sabía que la diosa Arterina desprendía esa misma energía pero no sabía el por qué.

-está muy distraída Selena – dijo el dios Apolo – que tal si me dices que te sucede.

-Apolo ¿qué quieres? – Contesto ella – nunca bienes a visitarme a menos que quieres algo.

-tienes razón bella luna –dijo el acercándose a ella –quiero que hables Hera y Zeus.

-de que quieres que hable con ellos – Selena era muy cercana a los dioses y sabía que esa petición era algo raro en Apolo.

-que terminen esta ridícula apuesta la verdad es que creo que esto ya es demasiado ya perdimos a la diosa suprema y ahora una niña nos guía, no es que Mairk no fuera una niña pero muy sabia y ella sabía muchas cosas –contesto y sus piro – además demiurgo también lo cree, también tú lo estas.

-Hable con Arterina y está muy resentido con todos nosotros, en caso de que convenciera a Hera y Zeus no podrán hacer nada si Arterina se interpone – dijo ella –entiendo su resentimiento hacia nosotros, nadie hizo nada contra Artemisa por su crimen y ahora temo que la maldición de Arterina caiga sobre nosotros.

-deja de preocuparte por esa diosa, ella no hará nada –suspiro-escúchame hay que parar esto y ya si, habla con ellos y yo me encargo de la pequeña diosa.

La diosa Selena no sabía que más hacer, sabía que él no pararía hasta que hablara con los dioses para para esto la verdad es que ella si quería seguir con la apuesta, quería ganar para convertir a Artemisa en humana y así pagara por sus crímenes, pero adiaba ver como sus hijos sufrían por la crueldad de los cazadores, decidió que lo mejor era acabar con todo aquel dolor de ellos, al llegar a el templo de Hera y Zeus, noto que los dioses estaban en la sala hablando así que carraspeo la garganta, ellos vieron a la diosa y sabía que algo mala pasaba cuando la diosa se desplomo en el suelo y se echó a llorar.

-Selena querida ¿Qué sucede? –dijo Hera, poniéndose a la altura de la diosa

-ya no puedo más, tal vez Arterina tenga razón y no merezcamos este gran dan – sollozo- mis hijos sufren y yo solo quiero ganar esta estúpida apuesta – se abrazó a la diosa- paren esto, convenzan a Arterina de que lo pare ya no lo soporto más.

-Selena lo lamento –dijo Zeus al ver a la diosa llorar –no podemos hacerlo, ya lo intentamos y simplemente ella no quiere para nada, dice que quiere verlos sufrir, que son los culpable de la muerte de Mairk.

una venganza dolorosa (En Edicion)Where stories live. Discover now