41. Como lo concretamos

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Carla se quedó con el dedo a medio camino de apuntarme, lista para amenazarme o advertirme que no fuera un idiota, supuse. Se volteó para encontrarse con Marco y no sé qué cosa se dijeron con la mirada, pero ella terminó por resoplar irritada y apartándose del camino.

-Entra, de todas formas ya me iba.- me dijo ella.-Espero verte más tarde, ¿ok?- me preguntó recogiendo su bolso de un sillón.

-Claro.- contesté.

Entré al departamento y ella salió dedicándome una ultima mirada escéptica. Enseguida se me vino a la mente Dana, pues de alguna forma ella se habría comportado así con Marco si los roles se invirtieran... bueno, puede que ella fuera un poco más intensa y hostil que Carla, pero la intención era la misma: proteger a alguien querido.

Con cierto abatimiento me di cuenta de que yo era el desgraciado de esta relación.

Suspiré metiendo mis manos dentro de mis bolsillos y luego me volteé para encontrarme con Marco. Él avanzó hasta la cocina sin prestarme demasiada atención, lo que hizo que yo sí le prestara atención a él. Lo seguí mirando su espalda, notando que andaba descalzo y que tenía el cabello ligeramente húmedo.

Puso agua a hervir y abrió algunos gabinetes, dejando en el mesón todo lo necesario para beber té o café. Miré lo que hacía sin hablar, porque de alguna forma me sentía obligado a mantener la boca cerrada.

-Ahí tienes.- dijo deslizándome una taza humeante al cabo de unos minutos.

-Gracias.-

-¿Cómo estás?-

Me lo preguntó mirando el interior de su propia taza, ciñendo sus dedos a su alrededor y con un deje de impaciencia. Bebí apenas un sorbo de mi té porque en ese momento en realidad no tenía muchas ganas de tomar nada, a decir verdad sólo quería resolver esto rápido.

-Mal.- dije alejando la taza de mí.-Alice es complicada.- me quejé.

Decirlo era como sacarse un peso de los hombros y entendí que necesitaba desahogarme. Comencé a caminar el círculos por la sala mientras me frotaba la nuca, el dolor muscular se había convertido en una de las señales de que estaba estresado y eso me irritaba.

Sabía que Marco me observaba algo perplejo desde el mesón de la cocina, probablemente porque no me había visto muchas veces de esa forma y no era necesario conocerme para saber que no estaba feliz.

-¿Quieres contarme qué pasó?- me preguntó.

Se lo conté a pesar de que ya le había repetido la historia a Dana, Ben e incluso a Maya cuando me llamó la noche anterior. Simplemente aún no podía dejar de hablar de Alice, pues lo quisiera o no, quitármela de la cabeza seguía siendo una tarea difícil para mí. Estaba seguro de que quería intentarlo con Marco, eso no lo iba a cambiar ni ella ni nadie: pero al mismo tiempo temía que en algún momento lograra hacerme dudar.

-Desearía que no me hubiera seguido hasta aquí.- suspiré restregándome los ojos.

-¿Habrías preferido continuar ignorándola?- quiso saber.

Él tomó su taza y fue a sentarse a uno de los sillones, cuando pasó junto a mi me dio unas suaves palmadas en el brazo para indicarme que lo siguiera. Me desplomé pesadamente al otro extremo del sillón, llevándome ambas manos a la cabeza en un intento por ordenar mis pensamientos.

-Tal vez, no lo sé.- admití.-Es sólo que... han pasado tantas cosas este año.-dicho esto me quité la gorra de béisbol y la observé un momento.-Creo que hay varias que no te he contado.- mascullé.

-No nos conocemos hace mucho.- dijo con la voz baja.-Estoy seguro que hay muchas cosas que no nos hemos dicho.- agregó.

Alcé la vista en su dirección y lo observé con el ceño ligeramente fruncido. Sus ojos castaños me miraban con quietud, pero había escondido la mitad de su rostro tras el tazón que sostenía y eso me hizo sospechar. ¿Sospechar de qué? Ni idea, pero sí me di cuenta de que cada vez que hablábamos era de mis problemas o de nuestros problemas; nunca de los suyos. ¿Acaso tenía algún problema?

La Primera RupturaWhere stories live. Discover now