15

4.1K 275 34
                                    

14 años después.

Dinah miraba fijamente a su hija, quien le daba una cátedra sobre profesores mal obrados, pendejos y viejos verdes, la verdad que solo le escuchaba a medias, ya tenía 16 años siendo muy paciente, su hija era un regalo que le llenaba el mundo de vida, pero esa tarde ya no podía procesar la cantidad de información que su hija le daba, que un viejo de matemáticas, que la rana verde de la traumada de biología, que la escuela completa estaba contra ella, que sus amigas todas ya tenían novio, que ella la molestaba con eso, que no la dejaba salir con ningún chico.

La verdad que ya no sabía que más le decía su hija frustrada por haber sacado un 8 en su clases de álgebra, nota que a ella le hubiera encantado tener cuando estaba en su colegio, la hermosa chica miraba a su madre frustrada y molesta, era caso perdido, ella no había visto como se había quemado todas las pestañas estudiando para tener la mejor nota, peeeeeroooo noooo, la cabeza de rana de una tal Kirchoff le había ganado por 25 centésimas, cifra insignificante para muchos pero para ella eran la muerte, Dinah miró la diminuta mancha que había en su escritorio con interés inusual, como que si la oscura marca le contará algo más entretenido que una tal Kirchoff copiándose en los exámenes, luego se revolvió en su asiento intentando recordar lo que Lauren le había dicho sobre Sophia que ya tenía 17 años, la cual estaba por cumplir 18, la condenada chica era un demonio como Lauren en la escuela, mientras que su hermana de 12 años era una santa palomita, la verdad que extrañaba a las chicas, había estado unas veces en Alemania con Lauren y su esposa hace muchos años, la pequeña que le decía como mil cosas del colegio ahora frente a ella tenía apenas 5 años la últimas vez que viajó y Sophia le había dicho en perfecto alemán al oído, "La pequeña Anielka será mi esposa".

Eso le había hecho dar una buena carcajada. Anielka dijo ahora algo referente a la barbarie de los Franceses contra unos jugadores de quien sabe qué deporte que Dinah pasó por alto, pensaba en como había cambiado el mundo entero con la llegada de su pequeña ahijada, bueno ahora una hermosísima doncella de casi 18 años, seguro que si la veía no la reconocería.

―¡MAMÁ! ―dijo molestísima la pelinegra ojos marrones brillantes, eran igual a los de su esposa― ¿Me has prestado un poco de atención?

―Claro, claro cariño. ―contestó ella sin saber porqué ¿En que demonios se había perdido?

―Pues, no parece. ―dijo ella dolida con su madre.

―No es eso hija pensaba en tu madrina Camila... ¿Recuerdas? Espero que regresen a Miami pronto...

Claro que la recuerdo, ―dijo ella aún dolida con su Madre― claro que recuerdo al huracán de Victoria y a su hermanita que es un amor... ¿Cómo es que se llama la pequeña?

―Kristina ―dijo ella sonriente.

―Si la peque... Pero no me cambies de tema... ¿Me darás permiso de salir con Alex?

―¿Quién es ese?

―¡Esa! ―dijo ella furiosa― ¿Te das cuenta que no me pones atención? Es mi mejor amiga, ¡Mi mejor amigaaa! ―dijo histérica.

Calma, calma. ―dijo ella apenada― ¿A dónde van?

―¡Diooos! ―dijo la chica molesta― ¡Nos vamos a la LUNA! ―dijo fuera de sí, mirando a su madre seria― Te he dicho como mil veces que me pusieron un 8 en matemáticas, la vieja verde de Biología casi me rapta y que iré con mi amiga al ¡ZOO!―Dinah miró su teléfono de escritorio encenderse y con una seña le pidió paciencia a su hija para que la dejara hablar.

Ella dolida se dejó caer pesadamente en el sofá despotricando insultos para nadie en particular, pero Dinah si dio un insulto que dejo muda a Anielka.

Getenic - Camren© Where stories live. Discover now