―Shhhh, tranquila. ―dijo Camila con una voz muy dulce acercándose a besarla.

Princesa, no llores... Por favor. ―dijo Lauren con voz suave a la chiquita, la niña las miró a las dos y sus lagrimitas de protesta cesaron y se entretuvo con los botones de la blusa de Lauren.

Ella parece entender lo que le dices. ―dijo Camila aún muy cerca de Lauren, esta la miró extrañada.

―¿Tú crees?

―Te hace caso. Cuando llora por algo, no muy seguido, pero cuando lo hace me cuesta contentarla. ―dijo Camila tranquila― Ella sabe que eres su madre, eres su figura de responsabilidad. ―dijo por primera vez psicoanalizando a Lauren, la pelinegra la miró un tanto confundida mientras Sophia Victoria jaloneaba su botón para ver que demonios hacía en la camiseta de Lauren.

―¿Y tú que eres para ella?―preguntó llena de curiosidad Lauren.

Bueno, he notado que cuando me ve, bueno, cuando la dejo con mi madre y luego me ve, sonríe muy contenta, se abraza de mi y me chupa el cuello. ―dijo Camila muy conmovida― Soy la persona que representa su seguridad, creo.

―Nada de que crees, lo eres. ―dijo Lauren muy contenta.

Bueno, sí... Ella nos ha dado por si sola los roles, es lo más normal en los niños, ellos no tienen complejos de ningún modo, así que no ve nada extraño que tú estés de su parte, que la cuides y que le des ordenes... Ella sabe muy bien quienes somos. ―dijo muy contenta Camila besando la mejilla de Lauren, y luego se oyó un ¡Plack! Y el botón de Lauren salió volando, Victoria intentaba alcanzarlo con sus manitas, Camila ahogó una carcajada y Lauren se rió de buenas ganas.

―¡Oye pequeñita no me desnudes!

Si no le dices que lo deje arrancará uno a uno tus botones. ―le advirtió Camila buscando un peluche para que se distrajera la niña y no terminara con todos los botones de Lauren, ya que al no ver efectiva su recuperación comenzaba su labor con otro.

***

Durante lo que quedó de trayecto las chicas intentaron convencer a la chiquita que los botones no eran para jugar, luego bajaron de la limusina frente a una especie de convento en donde las esperaban las monjas que habían solicitado la entrevista con Lauren y su novia, sus agentes aseguraron el área y las chicas bajaron con la pequeñita envuelta en un ataque de risa ya que el patito que su madre le había dado daba un sonoro zumbido que al parecer le encantaba escuchar, Lauren le colocó su gorrito, el cual lanzo lejos, Camila lo colocó de nuevo y el gorrito terminó otra vez en el suelo, Lauren se lo puso nuevamente por el frío y al notar que se lo quería quitar nuevamente dijo "No" muy seria, las dos se miraron muy molestas, pero luego la bebita apretó a su patito y al escuchar el sonido se rió y no intentó quitarse nuevamente el gorrito, Camila rió satisfecha, su hija a pesar de tener un carácter como el de Lauren, era obediente, eso era muy Cabello.

Cruzaron un jardín muy hermoso y a pesar de que el invierno estaba casi en su apogeo las rosas eran brillantes y muy hermosas, Lauren pasó casi corriendo por ahí, entró con la niña, dentro del lugar que era muy tibio y para sorpresa no había casi nadie esperando, solo una mujer de mirada muy tierna las miraba desde un escritorio de madera muy hermoso y con una mezcla de curiosidad observó a Lauren, segundos después entró Camila con su guardespaldas y el bolso de Camila en sus manos, la mujer que vestía un típico hábito negro se levantó de inmediato y extendió las manos en forma de agradecimiento a un Cristo que había en una pared, las chicas se miraron y el agente se encogió de hombros, al terminar se acercó amablemente y sonriendo.

―Usted debe ser Lauren Jauregui y ella Camila Cabello ¿Verdad?―dijo con voz muy tranquila.

Sí, las mismas. ―Dijo Camila despacio, es que la voz se multiplicaba ahí dentro.

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