81. Lo lógico

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Salí de mi letargo cuando sentí una mano moviéndome el hombro suavemente. 

Para ese momento ya no sabía con exactitud cuánto tiempo me había quedado acariciando el rostro de Rubius con los ojos. Con la mente aún en blanco volteé mi cabeza sin alejarme demasiado, encontrándome con la mirada de un enfermero de pie al lado de la camilla. 

Reconocí sus ojos celestes al instante, recordando al paramédico que había sido amable conmigo en la ambulancia. 

-Disculpa.- habló al instante en voz baja.- Su familia está aquí.- informó mirando hacia Rubius. Seguí el recorrido de sus ojos y pestañeé al ver nuevamente el rostro fallecido que ya se había quedado grabado en mi retina para siempre.

Me separé del cuerpo con pesadez, sintiendo que no merecía estar a su lado si su familia llegaba a atravesar la puerta. Tan sólo me puse de pie y permanecí al lado de la camilla, observándole. Antes de alejarme por completo decidí estirar mi mano y toqué sus cabellos castaños con delicadeza, dejando que mis dedos recordaran su textura suave. Luego me aparté y retrocedí un paso sin quitarle la mirada de encima.

-Que entren.- musité, no sabiendo si irme o quedarme. No me veía capaz de tomar decisiones en este momento.

Intenté no prestar atención al instante en el cual el enfermero abrió la puerta. Sin embargo, fue difícil no escuchar el llanto desconsolado de los padres de Rubius ya desde el otro lado. Sin levantar la mirada retrocedí un par de pasos más mientras ellos entraban a la habitación con rapidez. Pude notar que se quedaron quietos al ver el cuerpo sobre la camilla, igual que como me había sucedido anteriormente. 

Me quedé en una esquina, inmóvil y acobardado de enfrentar lo que sucedía. La angustia en el lamento de Bente era tan profunda y desgarradora que sentí deseos de taparme los oídos. Quise salir corriendo del cuarto pero entonces repentinamente sentí unas manos fuertes agarrándome con brusquedad de los hombros. Levanté la mirada, asustado por cómo el padrino se había precipitado contra mí, pero en vez de ver furia en sus ojos tan sólo descubrí sus párpados mojados y lágrimas en sus mejillas. Su ceño estaba fruncido y su boca apretada con fuerza. 

-¿Qué sucedió?- preguntó con una peligrosa calma que ninguna de las partes de su cuerpo demostraba. No pude sostenerle la mirada, y aquello pareció enfurecerlo. Me sacudió los hombros con firmeza y logró hacerme temblar.- Dime qué pasó, porque el doctor de allá afuera aseguró que mi hijo se había suicidado y yo jamás podría creer una gilipollez como esa.

No supe responderle. El sonido del llanto agonizante de Bente no me dejaba pensar. Al subir la mirada para ver por sobre el hombro de Héctor, la descubrí aferrada al cuerpo de Rubius, prácticamente desfallecida sobre la camilla junto a él.

-¡Respóndeme, por favor!- suplicó el padrino, volviendo a sacudirme.

Desvié mis ojos hacia los suyos y negué con la cabeza, sin saber qué decir.

-Él no puede haberse suicidado.- negó también, aflojando su agarre. Se llevó una mano al rostro y soltó un sollozo ronco que me estremeció desagradablemente. Después se separó de mí sin volver a observarme y se acercó a la camilla para intentar consolar a Bente, la cual parecía estar utilizando sus últimas fuerzas en llorarle a su hijo. Una de sus finas manos sostenía con temblores la zona llena de vendas en donde Rubius se había cortado.

Nunca había sentido tanto el peso de la angustia en mi pecho como ahora. Los dientes me castañeaban y las rodillas me temblaban por el miedo que me causaba ver todo tornándose... tan real.

Aún así, sin pensarlo mucho, di un paso hacia delante y con los ojos cristalizados miré a Bente fijamente.

-Fue Lara.- le dije. Ella no volteó a verme sino hasta 5 segundos después que conté con esfuerzo. Su rostro me demostró que no había entendido nada. Tuve que armarme de valor con las lamentables fuerzas repentinas que habían surgido de mi corazón roto e intenté una vez más librarme de la culpa que me azotaba sin piedad el alma.- Fue Lara. Su hija.

Luces Fuera (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora