Capítulo 5

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   Cuando entró Katsuki, el inspector Aizawa levantó la vista, le hizo una vaga indicación con la mano señalando una silla y continuó leyendo.

   Al cabo de un instante, Aizawa bostezo, dejó la revista a un lado y apretó las palmas de las manos contra su nuca.

   - Bueno, Katsuki ¿Qué es lo que sabes?

   - Nada, Shota.

   - Yo tampoco. Las cosas van muy lentas ¿Qué haces?

   - Todavía nada.

   - ¿Sabes algo de Kai?

   - No, nadie sabe nada.

   - Cuando Kai desaparece, lo hace de verdad.

   - ¿Lo procesarán?

   - No podrán probar nada ante mí. Es difícil que puedan probar algo contra él, teniendo, como tiene, tantos amigos en la fiscalía. Pero cuando entre está nueva pandilla, no sé lo que pasará. Yo no me fiaría mucho de ellos.

   - ¿Cuándo toma posesión el nuevo equipo?

   - Dentro de una semana. Bueno, Katsuki ¿qué te ronda por la cabeza?

   - ¿Quién va a ser el nuevo jefe?

   - Y yo qué sé.

   - Bueno, pues prepárate. He venido para apoyarte. Yo podría encontrar una carta o algo que llevará puesto el nombre de Aizawa.

   - No, Katsuki. Preveo que estaré relegado durante los próximos cuatro años.

   - Imagina que descalifican al caballo ganador, al colocado, al primero de la exhibición y al que le sigue... y ves que tu nombre llega arriba... ¿Qué pasa entonces?

   - Eso no suele ocurrir.

   - Supon que te equivocas.

   - Es demasiado suponer ¿Qué es lo que deseas, Katsuki?

   - Que quites los pies de la mesa.

   Se había producido un notable cambio en los modales de Katsuki desde la últimas vez que lo vio Aizawa. Entonces no era más que una cara en la penumbra del gran salón de Chisaki. Ahora era cruel y frío. Resultaba difícil saber cuánto había en él de auténtico y cuánto de imitación del estilo de Chisaki. Había calma, frialdad y crueldad; y no todo era una fanfarronada. Era evidente que Katsuki poseía un gran sentido del poder, un intimidante sentido del poder. Encendió un cigarrillo, dio unos pasos y se quedó mirando los pies de Aizawa, como si aquella postura estuviera agotando su paciencia.

   - Katsuki, si te molestan mis pies, puedo bajarlos. Y puedo tratarte con cortesía,  o espero poder hacerlo. Pero no los bajaré. No lo haré por ti ni por nadie.

   - ¿Estás dispuesto a creer cosas?

   - Todo depende. Primero debo conocer mejor el asunto de que se  trate. Pero quiero que lo entiendas bien ahora. Yo no necesito nada de ti ni de nadie. Ni siquiera de Chisaki. Tú sí, pero yo no.

   Katsuki, al escuchar estás palabras recordatorias del bajo papel que había desempeñado, se puso a parpadear de forma notoria. Era obvio que a él le habría gustado que las cosas siguiesen como estaban, dejar aparte la dignidad y continuar adelante con el trato. Eso habría sido menos problemático, y a él no le gustaban los problemas. Pero un sexto sentido debió de decirle que aquello era una prueba de fuerza y que, si se achicaba, ya no podría manejar a aquel hombre, aunque tomará represalias contra él. Con una sonrisa le dijo:

Blood RedWhere stories live. Discover now