Capítulo 11. Pasteles.

Magsimula sa umpisa
                                    

- Además, al irse te ha llamado Alba -Marta le guiñó un ojo para animarla. 

- Es verdad -sonrió, ahora sí, de oreja a oreja. 


No sabía muy bien qué hacer con el tema de Natalia Lacunza. El consejo de Marta estaba cargado de razón: bajar el nivel de implicación parecía lo más sensato. Sin embargo, no tenía muy claro hasta qué punto sería capaz de hacerlo. La conexión de la que hablaba Marta era imposible de ignorar. No podía, de la noche a la mañana, dejar de compenetrarse tan bien como lo hacían, de entenderse sin hablar. Aquello no era elegible, y por desgracia tampoco era habitual. ¿Cómo renunciar a algo tan genuino? ¿Dónde estaba el punto medio que le permitiera disfrutar de su refrescante conversación sin echarse a llorar cuando tuviera un mal día? Tendría que ir aprendiendo sobre la marcha, porque ella no era de acelerar y frenar según las circunstancias. Ella pisaba a fondo o se quedaba parada en mitad del camino, y con Natalia era difícil no dejarse llevar por la velocidad. 

Necesitaba aquel miércoles de Malasaña como agua de mayo. Distraerse era una necesidad tan básica como respirar, y para eso sus amigas eran las mejores. Hablaban de sexo, de feminismo, de música y de cualquier estupidez que se les ocurriera. Tener a Marta y Julia en ese grupo era una bendición, ya que con ellas aburrirse no era una opción, y aunque Sabela fuera algo más discreta, cada vez que hablaba subía el pan. 


- ¿Ya estás hablando otra vez con tu novia famosa? -preguntó con sorna Sabela. 

- María no es famosa, ella trabaja en las sombras -contestó Marta teatralmente sin dejar de teclear en el móvil. 

- Va, cuenta, ¿de qué habláis? 

- ¿Ahora mismo? De que se va de fin de semana a Málaga con su novio. Le estoy diciendo sitios donde ir a comer y beber. 

- ¿Se va todo el fin de semana? -se sorprendió Alba. 

- Sí, de viernes a domingo. 

- ¿Y Natalia? 

- Espera, que le pregunto -la morena se hundió tras su móvil. 

- Comando FBI en plena misión, manden refuerzos -dijo Julia rodeando su boca con las manos. 

- Cállate -Alba reía-. Estoy un poco preocupada por ella, hoy ha tenido un día pésimo. 

- ¿A qué te refieres con pésimo? 

- Que no sabías si se iba a echar a llorar o te iba a calzar una hostia -se adelantó Marta. 

- Vamos, arranques de famosa. Ya me parecía a mí muy raro que fuese tan normal -Sabela se dio con un dedo en la sien un par de veces. Detestaba cuando iba de listilla. 

- No, no diría que ha sido un arranque de famosa. Simplemente tenía un mal día. No nos ha hablado mal. 

- Simplemente no nos ha dirigido la palabra -añadió Marta-. Me ha dado un poco de pena, la verdad. 

- ¿Pena? ¿Por qué? -intervino Julia, que adoraba tener información de primera mano de la cantante. 

- Estaba como súper triste, pero pechá de triste, ¿eh? Y cabreada con el mundo -Marta lo explicaba mejor que Alba, eso estaba claro. 

- No tiene que ser fácil su vida -aceptó Sabela y todas asintieron en acuerdo. 

- Me dice la Mari que Natalia no va, es un viaje de pareja. 

- Ah, claro, qué imbécil -Alba se dio un golpe en la frente con la palma de la mano. 

- Me ha preguntado que qué tal hoy con ella en la clínica -Marta sujetaba el móvil como si se tratara de una granada de mano. 

La sala de los menesteresTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon