Capítulo 7: Un nuevo rumbo (parte II)

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Habiendo pasado unos cuantos días de su ausencia, sorprendieron al resto del equipo con la compra de dos Gapers, que serían de gran utilidad para emprender su camino. Por su postura, Germanus parecía haber sanado bastante; aunque a veces, al reírse o hacer ademanes bruscos con sus manos sentía tirones en la zona abdominal.
Bori y Engar parecían sorprenderse al notar cambios en Milton y comenzaban a tratarlo de otra manera. Sorprendía el cambio de actitud y desenvolvimiento que mostraba. Es verdad que sólo habían pasado semanas, pero en sus recuerdos, sólo era un niño asustado y ahora empezaba a mostrar algo de madurez. También interés, ya que participaba de las discusiones. Otro cambio que no era todavía perceptible a sus ojos era el físico. El intenso entrenamiento de todos los días, estaban rindiendo sus frutos. Su estado, agilidad y fuerza habían aumentado. En cuanto a la magia, día a día el joven descubría nuevas cosas que podía hacer. El progreso era lento y cansador; pero satisfactorio cuando se veían resultados, por más pequeños que fuesen.
Mientras montaban camino al pueblo, Milton recordaba con una sonrisa en el rostro, su último entrenamiento con Rigal:

—No puedo —decía apenado mirando las flores que permanecían marchitas. Le resultaba molesto no poder cumplir con las instrucciones de su maestro; quien sonreía como si le causaran gracia las palabras de Milton.

—Siempre se puede... ¿Qué sentido tendría vivir si hubieran cosas que no pudiéramos hacer? —no era una pregunta que esperaba tener respuesta y el joven lo sabía—. Si te ofrezco desafíos rápidos y sencillos, nunca superarás tus verdaderas expectativas —Milton no estaba de acuerdo con esa frase; aun así lo miró y asintió—. Ya me mostraste que las clases de teoría permanecen registradas en tu mente. Demostraste poder llevar esos saberes a la práctica... Es hora de que dejes de decir "no puedo" —haciéndole burla—. Y te concentres en conseguirlo.


—Es de mala educación no contestar las preguntas que te hacen niño —el recuerdo era interrumpido antes de llegar a la parte en la que lo lograba—. Eh... por fin tengo tu atención —decía como sorprendido Germanus, después de insistir algunas veces—. Me dijeron que estuviste entrenando. ¿Te gustaría practicar conmigo después de llegar al pueblo? —hablaba con buenas intenciones; aunque por su tono de burla característico, al joven le parecía que no lo decía en serio. Pero recordando lo que Oriana le había mencionado sobre el entrenamiento le devolvió la mirada y asintió. Esa actitud, dejó a Germanus pensativo, como preparándose para decir algo; aunque en ese momento no le salió nada.

Ahora contaban con tres Gapers, en uno iban Milton junto a Oriana, en el otro Bori y Engar y en el último Germanus solo. Habían perdido de vista a Rigal, pero eso ya era habitual. Hasta al joven, que era el más nuevo del grupo, lo entendía.

—Claro —volvió a hablar saliendo de su estado pensativo. A todos los tomó de sorpresa por lo que lo miraron rápidamente—. Oriana... ¡Encontraste a tu hijo! —refiriéndose a Milton. Al termino de esa frase se echó a reír y vio como le iban quitando atención de a uno. Germanus tenía un estilo de humor tan peculiar, que podía hacer bromas con la misma cara y expresión que con la que contaba tragedias. Era por eso quizá, que su personalidad solía ser criticada y rechazada—. Bueno —fingía sentirlo—. Fue un chiste —resoplaba y volvía la vista al frente.

«¿Encontraste a tu hijo?» se preguntaba el joven en su cabeza. Tardó algunos minutos en entender porque había dicho eso y luego marcó en su cara una sonrisa.

La velocidad de los Gapers comenzaba a disminuir a medida que se acercaban al pueblo. Cuando Milton pudo darse cuenta, ya estaban muy lejos del bosque y apenas se veían los arboles como un uniforme color marrón detrás de su espalda.

—Entonces —hablaba Oriana, como recordándole algo al joven—. No llames la atención. No mencionés a Rigal, ni a Taniel ni los Vahianer... En lo posible no hablés. Es probable que haya espías y también hay soldados. Estaremos vigilados —la voz de la guerrera comenzaba a disminuir al notar los ademanes de silencio que Germanus hacía. De repente los Gapers se detuvieron y éste, exagerando sus movimientos comenzó a hablar.

Fhender: La rebelión de los Vahianer ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora