🏳️‍🌈quince🏳️‍🌈

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Desde esa noche las cosas estuvieron

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Desde esa noche las cosas estuvieron... más que complicadas.

No habían pasado más de cuatro días, pero para el afectado grupo de amigos se sentía una eternidad. Kirishima no estaba siendo muy comunicativo y se lo notaba claramente decaído, y Bakugō aún no les daba la más mínima señal de querer dirigirle la palabra a una mísera persona.

Y para peor, todos estaban con un enredo de pensamientos, y si seguían así probablemente ninguno iniciaría la conversación que tan urgentemente necesitaban tener. Kaminari y Ashido no sabían cómo intervenir sin verse muy entrometidos o arruinar más todo el lío, Sero creía que Bakugō no quería saber nada de él nunca más, Kirishima pensaba que no solo había arruinado su amistad con el rubio sino todo el grupo, y Bakugō pensaba que definitivamente había perdido el poco de amigos que había logrado hacer en su maldita vida.

Todos sus compañeros estaban conscientes de la situación por la que estaban pasando, es decir, casi todos vieron en vivo lo que pasó para que terminaran así. Sin embargo, los profesores, que claramente no tenían ni idea del drama adolescente por el que estaba pasando el 2-A, les respiraban en la nuca para ya terminar los últimos detalles del festival cultural que estaba a la vuelta de la esquina; así que no había mucho que ellos podían hacer para ayudar a la Bakusquad, o al menos no por el momento.

Aunque lo que para la mayoría parecía ser una pena, Katsuki lo consideraba una bendición. Y es que faltar a clases jamás sería una opción para él, podría sentirse increíblemente fatal pero jamás arriesgaría sus calificaciones por ello. Por eso, el que en las clases estuvieran tan ocupados prestando atención y murmurándose entre ellos ideas para el acto que realizarían para el festival lo ayudaba mucho, porque así no tenían tiempo de andarse entrometiendo en asuntos que no les incumbían.

Y, claro, no tendrían tiempo de andar mirándolo y murmurando a sus espaldas el cómo el malvado e insensible Bakugō le había roto el corazón al pobre Kirishima Eijirō.

El rubio había pasado esos días consumiendo todo su tiempo en hacer tareas y repasar hasta el más mínimo detalle de las clases, aunque fueran cosas que ya se sabía de memoria. Y es que ocupar su tiempo en eso lo ayudaba a no pensar mucho.

El problema, claro, era cuando sí tenía tiempo de pensar.

Y en esos momentos, acostado en su cama en la oscuridad de su habitación, plena madrugada del miércoles, Katsuki estaba teniendo demasiado tiempo para pensar. Había logrado dormirse a su hora, pero se despertó bastante adelantado a su alarma, y aunque pensó que haciendo algo de ejercicio, duchándose y vistiéndose con el uniforme le daría la hora de ir a clases, sus cálculos no fueron lo suficientemente precisos, aún sobrándole una hora más de hacer nada.

Intentó volverse a dormir, mas no pudo. Una vez su cabeza comenzaba a maquinar de la forma en la que lo hacía, era demasiado difícil callarla.

No sabía si las mañanas estaban comenzando a bajar de temperatura, o si él era el que comenzó a sentir tanto frío de repente.

¡Sí, soy gay! 🌈kiribaku/bakushimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora