🏳️‍🌈once🏳️‍🌈

Comenzar desde el principio
                                    

El mayor volvió a recorrer con sus labios el cuello ajeno, haciéndolo gemir temblorosamente mientras su cabeza se hacía atrás de forma involuntaria, como si lo invitara a ir más allá. Se percató de cómo una de las manos del chico se apoyaba en el respaldo de la cama, y aunque no entendió bien porque al principio, lo hizo cuando sintió la otra mano allí abajo, jugando con el botón de su pantalón, todo mientras la boca de este subía hacia su oreja. Era obvio que allí abajo tenía un problema, y eso no hacía más que aumentar debido a la excitante sensación del caliente aliento del otro chocando contra su oreja.

Esperaba alguna palabra excitante, provocadora, algo que lo hiciera derretirse por completo ante el incandescente calor que Katsuki le provocaba. Pero, contrario a cualquier pronóstico, lo que sus oídos escucharon fue una palabra que le cayó como balde de agua fría.

«Despierta».

¿Qué?

No tuvo ni tiempo de reaccionar o decir algo cuando fue traído a la realidad ante la sensación de frío. Mucho, mucho frío.

Se sentó de golpe en la cama, y sus sentidos no se demoraron mucho en despertar pues no le tomó más de una exagerada inspiración el sentir su rostro, cabello y parte de su torso empapado de agua helada. No, helada no, heladísima.

Pudo percibir de soslayo una figura a su lado, y cuando giró se encontró con la persona que menos quería ver.

Era, literalmente, el hombre de sus sueños. Parado como si nada, con sus manos guardadas en los bolsillos de su holgado pantalón luego de haber dejado la huella del delito (el vaso ya vacío) en la mesita de noche. Sus ojos se desviaron solitos a esa parte descubierta del pecho de Katsuki, y era en momentos así que odiaba que el rubio no se abrochara los primeros cuatro botones de la camisa del uniforme ni usara corbata. Eso solo provocó que cierto amigo allí abajo se emocionara aún más, y con esa sensación fue que cayó en cuenta de la situación. 

Había tenido un sueño erótico con el chico frente a él. Con su mejor amigo. Y tenía una erección por culpa de eso.

—Mierda, Bakugō, ¿no puedes ser un poco más delicado para despertar a la gente? —dijo intentando no sonar más nervioso que nunca, aunque su furioso sonrojo y el que, de la forma menos disimulada posible, cubriera su entrepierna con una almohada lo delataba.

—Te estuve intentando despertar un buen rato, pero duermes como piedra... irónicamente. Así que si no es por las buenas tenía que ser por las malas —explicó como si nada el rubio—. Ahora levántate y vístete que estamos cortos de tiempo.

El muchacho tragó saliva y negó con su cabeza, sin moverse un centímetro de su posición. Murmuró un «no puedo» en un hilo de voz, cosa que extrañó al mayor quien lo miró con el entrecejo arrugado. Sin embargo, no le tomó mucho a Bakugō el entender lo que ocurría, pues no había otra razón para taparse la entrepierna que... pues, eso. Y es que ambos eran adolescentes, a esa edad eso era más que normal. Bakugō también había tenido esas visitas indeseadas mañaneras, aunque su solución era nada más que una ducha fría.

Pero el que fuera normal a su edad no quitaba lo incómodo de la situación.

—Ah. —Fue lo único que dijo Katsuki, sus mejillas inevitablemente tomando un intenso tono rojizo, aunque él intentase mantenerse serio. Ambos guardaron silencio por unos segundos, y seguido el rubio aclaró su garganta y desvió la mirada—. Te... Eh, te espero abajo, entonces —murmuró sin establecer contacto visual, y Kirishima solo pudo asentir antes de que el rubio dejara la habitación.

Si la tierra lo tragara le haría un gran favor.

¿Lo peor? No había sido la única erección que tuvo en la semana a causa de Bakugō. Bueno, sí fue la única que el rubio supo que pasó, pero al parecer esa semana las hormonas le estaban jugando la contra al pobre muchacho y en vez de, bueno, emocionarse de forma moderada se emocionaba más de la cuenta. Y es que ya no podía tener al chico cerca sin acordarse de ese maldito sueño, le era imposible. Su perfume, su piel, sus mirada..., todo le recordaba a esa erótica ensoñación y a la forma en que su mente jugó con él.

¡Sí, soy gay! 🌈kiribaku/bakushimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora