IV.

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L.A era gigante, tan gigante en el sentido de que es poco probable que dos personas sin querer se encuentren, por lo que esto iba más allá de las normalidades del mundo y Michael lo tomo como una jugada a su favor de parte del destino, porque, a decir verdad, eso era todo lo que significaba ese momento para él, al igual que para ella.

La chica detrás de Kate miro al chico antes de entrecerrar los ojos.

—¡A menos que quieras una muerte segura para ambas, ir hacia tu lugar es un tanto imposible teniendo en cuenta que estamos en la mitad de muchos autos! —respondió la chica más alta que Kate detrás de ella. Por la similitud de las mismas Michael entendió que se trataba de su hermana o por lo menos de una familiar.

—¿A dónde van? ¡Las llevo! —fue lo único que salió de parte del chico en ese momento. En ese momento el semáforo cambio y varios autos empezaron a pitar y otro simplemente seguían su camino, otros empezaron a dar gritos y ambas chicas miraron con molestia a los hombres que estaba gritando a sus lados.

—Kate, ya que tu amigo se prestó para llevarnos y básicamente vamos tarde, vamos a hacer esto rápido—. La chica tomo la mano de su hermana que seguía sin decir una palabra en ese momento—, te esperamos en la otra acera chico.

Ambas empezaron a caminar rápidamente, peleando entre ellas para soltarse una de la otra rápidamente. Michael avanzo sin problema alguno y en ese momento la rabia que tenía hace unas cuantas horas fue cambiada por una indescriptible alegría tonta que lo tenía con una sonrisa en su cara.

Parqueo la camioneta a un lado de la calle donde era permitido y luego de unos minutos las chicas aparecieron. Fue cuando el chico noto que Kate llevaba una camiseta de los Kansas City Chief que antes no había visto por la chaqueta que llevaba y también porque toda su atención estaba sobre su cara. Bajo los vidrios y la chica ya se encontraba agachada mirándolo.

—Hola Michael, no tienes que hacer esto, mi hermana solo está un tanto loca...—pero sus palabras fueron interrumpidas en cuanto la puerta trasera de la camioneta fue abierta y la otra chica entro rápidamente dando un pequeño grito de asombro al entrar.

—Hola amigo de mi hermana, mi nombre es Kenia—dijo mientras la menor afuera del auto miraba al cielo en busca de ayuda por la vergüenza que sentía en ese momento gracias a su hermana quien estaba dándole la mano al chico como si fuesen amigos de toda la vida.

—Michael Jones—el chico sonrió a la chica detrás y luego abrió la puerta del copiloto para Kate—. Andando, Kate. Yo no muerto. Además, tengo algo que quizás te gustara para que te subas, solo espera—. El chico conecto su teléfono a un cable que se encontraba conectado al reproductor de la camioneta y luego de unos minutos empezó a sonar una melodía que hizo que a la chica se le iluminaran los ojos y le diera una sonrisa.

Kate entro al vehículo antes de mirarlo con la misma sonrisa de antes mientras sonaba de fondo "Hard to love" de Lee Brice. Una de sus canciones favoritas.

—¿Cómo sabes que me gusta esa canción? —pregunto la chica mirándole.

—Cuando acompañabas a tu papá en casa, siempre solías colocarla. Podía parecer que estaba concentrado en mi teléfono o en mis videojuegos y era así en ocasiones, pero en otras simplemente prestaba atención y escuchabas mucho esa canción—la chica le miro tiernamente antes de sonrojarse. Aunque solo ella podía sentir su sonrojes y dio gracias a Dios porque nadie más podía ver eso gracias a la poca luz del lugar en ese momento.

—Bueno, sí, muy lindo todo, ¿nos vamos? —hablo Kira en la parte trasera.

—Kira, deja de ser grosera—soltó Kate a su hermana, a quien volteo a ver y le regalo una de sus muy bonitas miradas—. Da gracias que Michael apareció en el momento indicado y quiso hacernos el favor, o estaríamos aun caminando.

FLORES PARA KATE | LIBRO #2.5 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora