III.

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Presente

Sentados en el borde de la piscina sonaba como un plan normal para un sábado por la mañana. Kate se encontraba de pies a cabeza mojada y Michael también. Después de jugar como tontos dentro del agua hasta que sus dedos quedaron como uvas pasas salieron de la piscina, ahora se encontraban sentado uno al lado del otro viendo a la nada. Por sus cabezas estaban pasando demasiadas locuras; en especial la de "¿Qué carajos estamos haciendo?" porque era algo que realmente no sabían a ciencia cierta en ese momento.

— ¿Y piensas irte de aquí a estudiar a otro lugar? —Pregunto rápidamente Michael mirando a la chica. Ella sonrió antes de inclinar su cabeza y chapotear agua con sus pies libre de las botas ahora.

—Eso creo. A decir verdad aún no se si lo haga, pero me gustaría hacerlo. Ver otro lugar y no me malinterpretes, adoro esta ciudad pero creo que a lo mejor me iría bien en otra. La universidad de Seattle es una buena opción para mí, ¿y tú, piensas irte? —Pregunto.

—No creo que debas desistir de algo. Yo espero que se dé una gran propuesta para jugar en una universidad. Algunos cazatalentos han estado en mis partidos observando, a lo mejor se de—Comento.

— ¿Futbol americano? Al parecer ya no creo que te llamen el chico "feo" —hizo la mímica de las comillas y luego ambos rieron por el recuerdo—. Prometo que veré tus partidos en cuanto estés en la universidad, a menos que seas realmente malo, entonces no los veré—dijo haciéndolo reír. Ya se encontraban en confianza, un poco, aun ella se sonrojaba al hablar, pero sintió que no estaba mal sonar un poco picara en ese momento. No lo volvería a ver después de todo.

—Soy malo, pero mi cara ayuda—le respondió a la chica sarcásticamente y luego pasaron por otro tiempo de silencio asesino antes de que Michael volviese a hablar—. Es agradable estar contigo, Kate.

—Lo mismo digo, Mich—dijo antes de que comenzara a sonar el timbre de la casa—. Estoy toda mojada y no traje más ropa y tengo que trabajar y ahora llego alguien—dijo la chica desesperándose mientras él se levantaba de su lado al escuchar el timbre nuevamente. La tomo de la mano sin previo aviso levantándola con delicadeza—. ¿Qué haces?

—Andando vamos, puedo prestarte ropa—Respondió. Kate comenzó a negar con la cabeza mientras se colocaba rígida para que él no la llevara pero claramente él era mucho más fuerte—. No te hagas la difícil, Kate. Tengo ropa que ya no me queda que puede quedarte por hoy, vamos. Podrás regresármela mañana o nunca, como lo desees.

—Creo que en la camioneta tengo ropa—mintió y él se dio cuenta que lo hacía en el momento que ella bajo la vista. Se iría y él no tendría la oportunidad de seguir hablando con ella, aunque no quería nuevamente lucir como un acosador, quería seguir viéndola caminar entre las flores.

—Eres malísima mintiendo, andando—Comento haciéndola caminar. El timbre volvió a sonar y el chico grito para que esperaran en la puerta—. Sube las escaleras, la tercera puerta a la derecha es mi habitación, toma lo que quieras del armario, si algo te acomoda entonces úsalo. Vuelvo en seguida.

Kate miro a Michael caminar hasta la puerta y este volteo para encontrarla aun allí.

— ¡Kate, te vas a refriar! —Le reprendió. Pero no de una manera grotesca, fue bastante tierna en realidad. La chica hizo caso al mensaje y comenzó a subir las escaleras mientras la puerta se abría.

No escucho de quien se trataba porque al llegar al segundo piso olvido por completo todo lo demás, la casa era estúpidamente grande. Kate se sentía pequeña, mucho más de lo que ya era en ese lugar tan gigante. Llego a la tercera puerta como Michael le había indicado y movió la perilla, al entrar al lugar se encontró con una habitación bastante normal y le gusto en ese momento. Porque no encajaba con absolutamente nada de la casa, era una habitación acogedora, había algunas camisetas de equipos de futbol firmadas en las paredes y una gran cama. No se encontraba todo ordenado, al contrario; el lugar estaba desordenado como nunca y por primera vez ella sintió normalidad al estar ahí. No había lujos ostentosos como las que llenaban la casa entera, era un lindo lugar.

FLORES PARA KATE | LIBRO #2.5 |Where stories live. Discover now