Mark

4 1 6
                                    

Me acerco hasta Roger, tengo que apartarlo de los demás. Sigo yendo hacia él, algo distante, y cuando llego hasta el lugar en el que está sentado me siento a su lado.

- Creo que deberíamos hablar –murmuro-. ¿Vienes?

Roger me mira, mordaz, y vuelvo a echar de menos a mi Roger. Aun así, se levanta y comienza a caminar mientras lo sigo. Parece más tranquilo que antes, pero sigo sin fiarme.

- ¿Qué querías? –pregunta desconfiado.

- Roger, por favor. ¿No recuerdas nada de mí?

Roger se gira hacia mí y me mira a los ojos durante unos segundos. Por un momento veo al Roger de siempre en ellos, y me alegro al pensar que finalmente se ha acordado de mí.

- Mark –responde-. Eres tú.

Asiento, confundido pero feliz, y veo como Roger comienza a acercarse hacia mí. Me besa y pierdo la cabeza por unos segundos, pensando que lo he recuperado. Cuando se separa vuelvo a mirarlo, y se me cae el alma al suelo cuando lo veo apuntándome con una pistola a la frente.

Pienso muy bien mis próximas palabras, ya que sé que puede disparar el gatillo en cualquier momento. Lo que más me duele no es morir, sino que sea Roger quien me mate.

- Roger –farfullo asustado-. ¿Qué haces?

- Cumplir las órdenes de Will –responde-. No tienes ningún derecho a tener el borrador.

Entonces caigo en lo que me está diciendo, en que Will lo ha engañado, le ha dicho que yo soy el culpable de todo. Ha atribuido todos sus actos a mí.

- Eso no es cierto –contesto nervioso-. Will solo te está utilizando.

Roger hace amago de apretar el gatillo, y me doy cuenta de que estoy respirando a toda velocidad. Cuando está apunto de dispararme decido decir las que al parecer serán mis últimas palabras.

- Roger –suspiro-. Te amo.

Cierro los ojos para esperar el impacto de la bala, pero tras unos segundos me doy cuenta de que sigo totalmente vivo.

Abro los ojos y veo que Roger me sigue apuntando.

- ¿Por qué sigo vivo? –pregunto, aún atónito.

- ¿Por qué has dicho eso? –pregunta con intriga.

- ¿Tú que crees?

- Will me dijo que siempre me has hecho la vida imposible, que me borraste los recuerdos. Que me odias.

Lo miro confuso y me doy cuenta de que realmente no sabe muy bien dónde está ni qué está haciendo.

- Eso que te ha dicho es lo que él siempre ha hecho, no yo.

Roger vuelve a mirarme a los ojos y sigue apuntándome. De repente pienso que esos segundos en los que tuve esperanzas se han ido.

- ¿Y tú quién eres?

Es solo una pregunta, pero de ella depende mi vida, lo sé, por lo que pienso bien la respuesta, ya que noto que Roger está verdaderamente impaciente.

- Soy Mark –respondo-. Éramos... Bueno, éramos algo. Nos gustábamos –digo sonrojándome-. Y tú no eras así, Roger.

- Claro que lo soy –responde.

- No –lo corto-. Tú no eres el Roger que adora escribir; el Roger que cree estar en la sombra; el Roger que se sonroja con cualquier comentario; el Roger que quiere ser aceptado tal y como es; el Roger que me frustra porque no para de tartamudear como un idiota. No eres el Roger del que estoy locamente enamorado.

Entonces me mira, y casi termina de bajar la pistola. Parece pensarlo por unos segundos, pero no cede.

- Mírame a los ojos –le digo y eso hace-. Sé que siempre has tenido a Neal por encima de ti y no sé si es suficiente, pero para mí tú eres el protagonista de esta historia.

Automáticamente los ojos de Roger se llenan de lágrimas y termina de bajar la pistola.

- Yo también te amo.

Delirio azulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora