Sylvie

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- Despierta, vamos.

Intento abrir los ojos imaginando que es mi madre, ya que debo estar llegando tarde al instituto.

- ¿Qué hora es? -digo molesta, notando como aún no entra luz en la habitación.

- Ahora mismo las dos de la madrugada.

Me doy la vuelta e intento volver a dormir, suponiendo que es todo un sueño, pero la misma voz vuelve a llamarme. Suena como una voz masculina, pero... ¿quién podía ser? Mi padre nos había abandonado a mi madre y a mí, y el único chico que podía entrar en casa era Mark, imposible. Quizás había vuelto a ver un maratón de Star Wars y pensaba otra vez que era Anakin Skywalker... Pero claro, eso no pasaba desde que éramos unos críos.

Lentamente me doy la vuelta y me encuentro con unos penetrantes pero preciosos ojos verde avellana.

- ¿Quién eres? –inquiero, nerviosa, tras haber estado unos segundos que parecen horas manteniendo la respiración.

- ¿Vives aquí? –pregunta el chico con interés- Curioso. Mi casa es mucho mayor, y... diferente.

Por un momento, por un diminuto momento, se me pasa por la cabeza lo que había dicho acerca del pleno mientras jugaba a los bolos con Mark, pero no podía ser. Ningún chico iba a salir de un libro.

- Debes de ser Sylvie, ¿verdad?

- Sí -titubeé- ¿y tú eres?

- Qué maleducado, no me he presentado. Soy Neal. Neal Puer.

Mi vista se va acostumbrando a la oscuridad. Ahora puedo distinguir, además de sus preciosos ojos color avellana, como su pelo liso y oscuro cae bajo sus orejas. También me fijo en la sonrisa juguetona con la que me observa.

- Ahora de verdad, ¿quién eres? -pregunto, exasperada.

- Vaya, chica, tienes una memoria muy limitada. Te lo acabo de decir.

- Sí, pero... ¿qué haces aquí? ¿Quién eres de verdad?

El chico me observa con una sonrisa pícara y automáticamente me fijo en como se le sube el labio por la parte derecha. Es muy guapo.

- Te estaba buscando.

- ¿A mí? –respondo, atónita.

- ¿A quién si no? Sé que llevas esperando toda la vida a tu personaje de ensueño, pero yo también te esperaba. Llevo esperándote desde el primer momento de mi existencia.

Sus palabras suenan como un mazazo de ilusión en mi cabeza. ¿Y si es él? ¿Y si el mundo me ha escuchado? Sin embargo, recuerdo mi experiencia. Recuerdo lo que pasó con Zev, y decido actuar cautamente.

- ¿Cómo? Me acabas de conocer.

- Siempre esperé un milagro, y ese milagro eres tú-. Neal me dirige una mirada ilusionada, con algo de esperanza, incluso- ¿Confías en mí?

Me tiende la mano, y no sé si la razón es el parecido de esa escena entre Peter Pan y Aladdin, dos de mis películas favoritas, o simplemente ese chico me ha cautivado. Me planteo seriamente si aceptar o no su mano, y acerco la mía lentamente.

- No eres real -exclamo finalmente y vuelvo a dormir.

Delirio azulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora