Neal

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Me despierto con los ojos bañados en lágrimas, y antes de poder evitarlo llegan a mí las imágenes de lo sucedido en mis últimos momentos de conciencia.

- Tus amigos estarán al llegar, bella durmiente –me indica la voz graciosa de Will.

- ¿Por qué sigo vivo? –pregunto, aun recuperando la conciencia.

- Porque ya me da igual que ames a Sylvie, querido Neal. Me da igual que Angela se haya ido. Esto se ha convertido en un gran juego, ¿no crees? –pregunta Will, llorando de risa-. El chico que se vuelve loco y viene solo a buscarme, haciendo que sus amigos se preocupen por él y vengan a buscarlo, sabiendo perfectamente que van a morir. Si a tu querido hermano le quedasen más de unos días de vida, le sugeriría que escribiese un libro sobre esto y dejase sus tonterías.

Entrecierro los ojos y miro a Will. Siento arcadas cada vez que me acerco a él, así que hago lo único que se me ocurre y le escupo.

Will me mira con odio y me da una bofetada que resuena en toda la casa. ¿Casa? Abro los ojos y me encuentro en lo que parece una gran cueva, pero prefiero pensar que son alucinaciones.

Intento levantarme, pero me doy cuenta de que estoy atado a algo en el desván y de que va a ser imposible. Pienso en lo que Will me ha dicho, ¿realmente han venido todos a buscarme?

- No puedes levantarte, cariño. Qué bien me lo he pasado preparándolo todo, Neal. Tus amigos tendrán suerte si llegan con vida hasta aquí.

Delirio azulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora