Capítulo 15

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Aunque no había mucho silencio, sí que se notaba algo de tensión en el ambiente. Gwendoline no había mirado ni una sola vez a Theon. Él se sentía culpable, por lo que se mantenía callado y encorvado como si quisiera desaparecer.

Se detuvieron para descansar. Gwendoline se dio cuenta de que Sansa observaba a los dos lobos más jóvenes.

—Mera también trajo una sorpresa —murmuró con gracia, Sansa se rió levemente—. Sirio es el macho gris de ojos azules. Frosty es la hembra blanca de ojos amarillos. Mera ha sabido criarles muy bien —aseguró mientras veían a los dos lobos jugar a morderse bajo la antena mirada de su madre.

Las chicas se sentaron al fuego con Brienne y Podrick. La pelinegra sentó al niño entre ellas y le dio de comer. Jared y Grenn estaban alimentando a los caballos y Theon daba vueltas a su alrededor nervioso.

Sansa les contó todo lo que había pasado con los Bolton, Gwendoline tuvo que contenerse para no dar marcha atrás y volver a Invernalia para "saludar" al bastardo de Ramsay Snow. Y por saludar se refería a abrirle una sonrisa en el cuello.

La joven Stark se levantó poco después para hablar con Theon, el cual le avisó de que ahora que tenía gente que la protegería, él debía marcharse.

—¿A donde irías?

—A casa —contestó él y se abrazaron.

Gwendoline no le despidió, no se vio capaz de hacerlo. Le habían explicado que Theon no había matado a Bran y a Rickon, lo que supuso un gran alivio, y le agradecía internamente que hubiera protegido a Sansa, pero aun así no se veía capaz de perdonarle que hubiera traicionado la confianza de Robb. Theon lo entendió, sabía que no sería fácil para ella perdonarlo, por lo que no la forzó.

Unos días más tarde, la pequeña comitiva por fin vislumbró el Muro.

La antigua Mormont volvió a revivir el sueño, era la misma gran pared, no podían ser ilusiones de su mente. Las puertas del Castillo Negro se abrieron y les permitieron entrar. Todos los hombres que se encontraban en el patio se giraron para mirarles. No era de extrañar pues era una comitiva un tanto rara.

Gwendoline se bajó del caballo cuando Jared cogió al pequeño Ed. Mera y los cachorros se quedaron junto a ella mirando desafiantes a los hombres que la rodeaban.

—Quédate junto a mamá, ¿Vale? —le pidió al niño, que se había agarrado a su pierna con timidez y algo de miedo, el pequeño asintió.

Se giró para buscar a Sansa, la pelirroja se encontraba abrazando a alguien. La antigua Mormont observó sin saber qué hacer a Jon, que acababa de separarse de Sansa y la observaba como si fuera un fantasma.

—No te voy a morder, Snow —le dijo con burla. Jon pareció reaccionar y se acercó a ella para abrazarla.

El abrazo duró más de lo normal, pero ambos se habían echado de menos y estaban siendo el apoyo emocional del otro tras todo lo que habían pasado.

—Line, estás viva —murmuró él cuando se separaron.

—Bueno, lo mío me ha costado —contestó graciosa. Entonces se fijó en el rostro del chico, tenía las mismas marcas que en su sueño—. Jon, ¿donde podemos sentarnos para hablar? —el chico guió a los recién llegados al comedor, donde pudieron sentarse a comer mientras conversaban. Los ojos del pelinegro se desviaron hacia el niño que Gwendoline acababa de sentar a su lado—. Jon, este es Ned, mi hijo —explicó ella, por lo que el chico abrió los ojos con sorpresa—. Hay una cosa importante que tengo que decirte. He tenido un sueño muy raro, por él estoy aquí —el pelinegro asintió—. Soñé que tus hombres te traicionaban —los recién llegados se dieron cuenta de que Jon, el otro hermano de la Guardia, que se había presentado como Edd, y el salvaje se miraban cómplices—. Te apuñalaban hasta matarte.

—Y así fue —habló Edd.

—Pero está aquí —volvió a decir sorprendida.

—Sí, estoy aquí, como tú —no quiso dar más detalles, pero luego le explicarían que la bruja roja había hecho magia para devolverle la vida.

Cuando terminaron de comer, les indicaron a los viajeros donde podían descansar. Jon se quedó con Gwendoline hablando mientras ella sostenía en brazos al pequeño, que se estaba durmiendo poco a poco. Aunque el pelinegro y Sansa eran hermanos de padre, Jon congeniaba mucho mejor con la antigua Mormont.

—Así que eres madre —mencionó con una sonrisa mirando al niño. Ella sonrió.

—Sí, se parece tanto a Robb... —soltó un pequeño suspiro.

—Tiene tus ojos, los de Robb no eran tan grandes —ambos se quedaron un par de segundos sumergidos en sus pensamientos.

—¿Y tú que tal?

—Sabes que el juramento de la Guardia prohíbe casarse ni acostarse con ninguna mujer.

—Ya, pero eso al amor le da igual —vio como su amigo enrojecía—. Cuéntamelo —exigió. Jon le narró todo lo que había vivido con Ygritte—. Estamos destinados a perder en el amor, Snow —comentó en un intento de humor, aunque sonó algo más amargo.

La Rosa De Invierno - Robb Stark-Where stories live. Discover now