Capítulo 20

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—Lady Gwendoline, Lord Snow ya se acerca —la pelinegra asintió con la cabeza y terminó de vestirse. Había aprovechado su tiempo libre para hacerse un par de vestidos. El que llevaba en aquel momento era azul oscuro y en la zona del pecho había bordado la cabeza de un lobo huargo con una rosa de invierno.

Salió de su habitación para buscar al resto. Se encontró a su pequeño jugando con Robb. Habían pasado meses y aún seguía sin creerse que su marido estuviera allí con ella. Temía que al levantarse una mañana él ya no estuviera. Pero, en cambio, siempre despertaba envuelta en sus brazos, como su él temiera lo mismo.

—¡Mamá! —exclamó el pequeño corriendo hacia ella. Acababa de cumplir cuatro años y hablaba cada vez con menos errores.

—Hola, pequeño —le saludó devolviéndole el gran abrazo con cariño—. ¿Sabes que el tío Jon ya viene de vuelta? —el niño la miró emocionado—. Vamos a darle la bienvenida —y no le dio tiempo a decir nada más porque el pelirrojo salió corriendo. Robb se acercó a ella riendo y le dio un beso.

—Está muy emocionado.

—¿Y tú? Vas a ver a tu hermano después de mucho tiempo.

—Bueno, también estoy emocionado, pero la felicidad es mayor —ambos salieron de la habitación dados de la mano.

Todas las personas de Invernalia se estaban agrupando en la entrada para recibir a Jon y a Daenerys Targaryen. Con ellos venían todo el ejército de la rubia: los Inmaculados, los Dothraki y dos dragones.

Gwendoline retuvo un grito de emoción al ver a los dos animales sobrevolar el castillo. En cambio, el pequeño Eddard se escondió tras las piernas de sus padres con temor.

—No pasa nada, Ned. No van a hacerte daño —le aseguró Robb ofreciéndole una mano para que saliera.

La larga comitiva por fin cruzó las puertas y Jon fue el primero en bajar. Se acercó a Bran y tras abrazarle con fuerza y dejarle un beso en la frente dijo:

—Eres un... un hombre.

—Más o menos —contesto él con una sonrisa. Luego pasó a Sansa, que estaba a su izquierda, para abrazarla. Repitió la acción con Gwendoline y entonces vio a su otro hermano.

—Stark, creí que habías muerto.

—Snow, pensé lo mismo —ambos sonrieron a la vez y se abrazaron. Los dos habían, literalmente, muerto y regresado a la vida.

—¿Donde está Arya? —preguntó al darse cuenta de que su hermanita no estaba allí con ellos tras saludar al pequeño Eddard.

—No debe andar muy lejos.

Todos dirigieron la mirada hacia la rubia que esperaba junto a los caballos.

—La reina Daenerys de la casa Targaryen. Mi familia, Robb, Eddard, Gwendoline, Bran, y Sansa Stark, Señora de Invernalia —les presentó Jon. Sansa era la señora del castillo y no Robb porque aunque el Joven Lobo hubiera regresado, los norteños habían nombrado Rey en el Norte a Jon y él le había dejado Invernalia a su hermana. Robb no puso ninguna objeción, después de todo por lo que había pasado, lo único de lo que quería preocuparse era de su familia.

—Gracias por invitarnos a vuestro hogar, Lady Stark —dijo la Targaryen—. El Norte es tan hermoso como afirmaba vuestro hermano. Igual que vos.

—Invernalia es vuestra, Alteza —afirmó la pelirroja, aunque todo el mundo vio como no le hacía ninguna gracia decir aquellas palabras.

Bran cortó la tensión usando sus palabras.

—No tenemos tiempo para esto. El Rey de la Noche tiene vuestro dragón. Los muertos marchan hacia el sur.

La Rosa De Invierno - Robb Stark-Where stories live. Discover now