—Ni mucho menos te ves como una chica para mi—reí—. Pero hay muchas que parecen chicos, y la mejor manera de esconder a alguien, es ponerla delante de su cara. Si yo te presento a alguien que va todo tapado, aunque lo conozcas, si yo no trato de ocultar que es quien tú crees y te digo que es otra persona, las posibilidades de que intentes contradecirme son mínimas—encontré las llaves—. Aunque no sabía si iba a funcionar.

Intenté hacer que pasara antes de mi, pero sujetó mi espalda y me empujó hacia dentro de manera suave.

—Eres bastante inteligente, ¿se te daban bien los estudios?

—Menos historia. Aunque supiera el temario del derecho y del revés siempre acababa arreglandomelas para suspender.

Ambos nos sentamos en el salón después de que le preguntara si quería algo de beber o comer y me dijera que no.

—¿Porqué querías dedicarte al diseño?—cuando lo miré extrañada él se justificó—. Lo escuché en una entrevista. Lo normal sería que, sabiendo tantos idiomas trabajaras con algo de eso, y creo recordar que dijiste que te gustaba estudiarlos.

—Si, me gustan mucho los idiomas—me coloqué mejor en el sofá—. Pero realmente lo que me gusta es crear, y de una forma libre. En el diseño hay muchas ramas, podría crear, y crear cosas sin cerrarme puertas.

Estuvimos charlando tranquilamente en mi salón, normalmente cada vez que lo veía era o en su empresa, o en su urbanización, por lo que me parecía muy raro verlo en mi casa.
Él hablaba, y me contaba el porqué él mencionó sobre ser arquitecto, y acabamos ambos hablando sobre nuestros tiempos en la escuela, aunque la mía fuera más reciente que la suya.

—Poco a poco vamos dejando al aire una nueva amistad—dijo cuando acabamos aquel tema de conversación—. Aunque todo el mundo cree que hablamos de Halsey.—rio.

—Ah, realmente habría sido más fácil en otro momento—me recosté en el sillón que ocupaba—. Esto es agotador.

—Tienes razón—rio—. Pero al menos nos hemos comocido—dijo haciendo que lo mirara—, últimamente las cosas en casa están muy tranquilas, todos estamos algo agotados. Así que cuando vienes a casa y nos sacas un poco de la rutina se agradece.—sonreía mirando a algún punto de mi salón mientras se tocaba el pelo.

Siempre había pensado que Yoongi era atractivo, ¿pero porqué ese pensamiento venía tan de pronto en ese momento?

—No digas eso—reí nerviosa.

Él solo sonrió y negó con la cabeza.

—¿Tienes un estudio aquí?—dijo después de que se produjera un pequeño silencio.

—Tengo algo, pero no es un estudio—me levanté—. Es más bien un sitio donde tengo el ordenador, una tableta gráfica y muchos materiales de dibujo. ¿Quieres...—me interrumpió.

—Si—se levantó—, siempre me levanta curiosidad el espacio de trabajo de otros.

Ambos nos encaminamos hacia él, y una vez dentro él empezó a mirarlo todo.

—Oh—pareció sorprenderle algo y lo miré, señalaba hacia una copia del cuadro que le llamó la atención cuando vino—, ¿tienes dos?

—Si... Me equivoqué y de algún modo acabé imprimiendo dos. Decidí enmarcarlo para colocarlo en otro lado pero acabé dejándolo ahí.

Él lo cogió y lo observó detalladamente.

—¿Lo quieres?—dije mientras tanto, haciendo que desviase su mirada hacia mí.

—Diría que no, pero realmente me gustó mucho, ¿estaría bien?

—Claro—sonreí—, en ese también está escrita la letra algo más legible en la parte de atrás. Además, así tendréis algo mío.

Aquello fue porque entre todo su grupo, por un motivo u otro, acabaron regalandome una pulsera cuando acabé mis promociones, la cual acostumbré a llevar diariamente.

—Esto lo pondré en mi estudio, será un regalo hacia mí. Lo siento, tendrás que hacerles otro regalo a ellos.—reimos ambos.

Tras echarle un pequeño vistazo a aquella habitación, ambos volvimos hablando de cosas sin importancia, hasta que de algún modo, llegamos a el cambio de costumbres de mi lugar de origen a Corea.

—Aún no me acostumbro al poco contacto físico. En España me despedía y saludaba siempre con abrazos, y casi todos mis amigos allí eran muy cariñosos, al contrario que yo, que no lo soy demasiado. Aunque me moldeaba... Más o menos—hablar de eso me hizo recordar lo del ascensor—. Siento otra vez lo del ascensor. Para mi eso no se sale demasiado de los estándares hacerlo con un amigo aunque entiendo que a ti...

—No me ha molestado—me interrumpió sonriendo.

Yoongi miró la hora en su reloj. De algún modo u otro, acabó pasando algo más de una hora en casa, habia recibido varios mensajes de los chicos preocupados por el, así que decidió que era hora de irse, por lo que lo acompañé a la salida.

—Ha sido un placer un día más—dije exagerando la cordialidad, haciéndolo reír—. Lo he vuelto a pasar bien.

—Yo también. Y gracias por el cuadro.

De algún modo u otro, Yoongi acabó acercándose a mi, abrazándome.

Adiós.—dijo en español, haciéndome entender que era por lo que habíamos estado hablando.

Entonces yo levanté los brazos de mis costados para pasarlos con cuidado hacia su espalda. Era raro estar abrazandolo, a pesar de que para mí era más normal que para él.
Sin esperarlo, aquel abrazo duró más de lo que esperaba, aunque no fue incómodo si no al contrario, de algún modo su abrazo se sentía cálido.

—Creo que este es el abrazo más largo que he dado.—dijo flojo, con una leve risa.

—Lo siento.—me disculpé pensando que era porque yo no lo había soltado todavía.

Por el contrario, él volvió a juntarme a su cuerpo, pillandome totalmente por sorpresa.

—No significa que no me guste.

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