◆CAPITULO 5◆

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Cleo.

El fin de semana paso y con él las mis aventuras en la gran casa de Cata, ellas realmente me lo habían dicho demasiadas veces que tendría que empezar a llamar mi casa, pero me seguían sintiendo como una infiltrada en su vida. Conocí al señor Kenner y parecía ser muy cercanos a las chicas lo cual me parecía raro porque conozco a Lydia desde muy chica y jamás lo vi visitarlas ni mucho menos llamarlas.

Hoy tocaba volver a la Universidad y de pensar solo en eso me daba pesadillas, con ayuda de Cata había logrado terminar todos mis trabajos atrasados los cuales estaban listo para entregar.

Cuando las tres llegamos al estacionamiento de la Universidad Cata nos despidió con un beso en la mejilla a ambas para luego dirigirse hacia su trabajo. Ambas bajamos totalmente perdidas en nuestros pensamientos para luego escuchar la bocina de un auto sonando, cuando nos dimos vuelta nos encontramos con Zac bajando del lujoso auto de su hermano.

― ¿Cómo están chicas? ― Pregunto Zac.

Se dispuso a caminar con nosotros mientras se aferraba a las tiras de su mochila.

―Bien por suerte ― Contesto Lydia sonriéndole.

―Sobreviviendo ― Suspire.

 Los tres entramos a la Universidad para luego irnos a nuestras respectivas clases, me parecía de los más aburrido Psicología, pero era una de las materias obligatorias de la Universidad y me veía obligada a aprobar. No me gustaba porque lo único que hacía era exponer las debilidades de la gente en frente de alguien que obviamente no conocemos.

Las horas pasaron y el profesor jamás dejo de anotar en la enorme pizarra, me sentí totalmente agobiada en mis pensamientos mientras que las palabras vacías del profesor comenzaban a interferir entre ellos.

Llega un punto en donde estás tan inundada de sentimientos negativos que miras a tu alrededor y realmente ya no sabemos que sientes con exactitud. No reconoces tu depresión ni tus momentos de alegría, no lloras si algo te decepciona simplemente sigues con tu vida como si fuera algún tipo de dolorosa costumbre el hecho de que las personas a tu alrededor o inclusive uno mismo se decepcione.

Intentas salir de aquel pozo oscuro de lágrimas y depresión, pero mientras sigues viviendo encuentras más motivos de seguir en aquel pozo. Ese lugar se ha vuelto tu hogar, tu zona de confort y tu resguardo cuando sientes que el mundo se viene abajo.

¿Cómo se nos va hacer simple hablar sobre sentimientos que ni nosotros mismos logramos aceptar?

Había sido denigrada por tanto tiempo de manera atroces en las cuales las solucionaba llorando en mi habitación o en el baño. Dejando salir toda mi tristeza para luego respirar hondo, limpiar mis lágrimas y seguir con mi aburrida y oscura vida. Aunque dolían todas sus palabras no me dolían tanto como mis propios insultos a mí misma.

Era una lucha despertar y verme en el espejo, cada que mi cuerpo se encontraba con uno sentía que la única tarea de este era denigrarme de maneras horribles. Cada vez que me veo en uno de ellos no dejo de encontrar nuevos defectos, mis ojos, mis labios, mi cabello y mi cuerpo.

 Mi vida siempre había sido un infierno y eso fue responsabilidad de mi supuesta madre la cual nunca pero nunca dejó de recordarme la clase de basura que era. Yo era la culpable de su desgracia, yo le había robado al hombre que amaba y destruiría mi vida, así como yo lo había hecho con la suya.

Richard apareció en nuestras vidas cuando tenía 6 años y el infierno que vivía con mi madre no se asimilaba a lo que Richard me hacía pasar. Me golpeaba hasta desmayarme, me insultaba, me obligaba a dormir afuera y entraba por las noches a mi habitación para manosearme.

MI BAJA AUTOESTIMA Y EL #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora