Sus tías la querían también, de eso estaba segura. Pero también sabía que Sabrina era su preferida. Hacía mucho que eso no le causaba conflicto, y lo había llegado a entender. Con Ambrose era diferente. Ambrose la prefería a ella, y eso era suficiente para Stella.

Stella se arrepintió del momento en que había invitado a Sabrina a pasar el rato con Ambrose, porque eso significaba escuchar a Sabrina hablar y hablar sobre sus problemas.

—Podré seguirlos viendo, ¿cierto? —Preguntaba Sabrina, pensativa—. ¿A Roz, Susie y Harvey? Que no vayamos a la misma escuela no significa que no podamos ser amigos. Yo iré a la Academia en la semana, pero el fin de semana...

—En el fin de semana, seguirás siendo una bruja —le recordó Ambrose amablemente.

—Ya lo sé, pero podré ir al cine, como siempre. Ir a los bolos y divertirnos juntos.

Stella y Ambrose se voltearon a ver en ese momento.

—¿Se lo explico yo o se lo explicas tú? —preguntó Ambrose, enarcando una ceja. Stella suspiró audiblemente.

—Creo que yo tengo que hacerlo —musitó—. Mira, Sabrina, no está bien visto hacer eso. Mucho menos se te incita a hacerlo. Está mal.

—Pero Ambrose habla con mortales todo el tiempo —insistió Sabrina—. Y Zelda e Hilda también.

—Sí, pero no tienen conexiones profundas. Solamente son simples conocidos. Si el aquelarre viera que hay algo ahí, probablemente intervendría.

—¿Cómo? ¿Me lanzaran un hechizo si voy a tomar un café con mis amigos mortales? —preguntó Sabrina, burlona. A Stella no le causó gracia.

—Sí, lo harán. Sabrina, no lo entiendes. Nuestros mundos son separados. No podemos convivir con los mortales. Y sí, eso significa que a partir de mañana no podemos seguir juntándonos con tus amigos. Y yo no podré estar con Harvey. Así son las cosas. Las reglas están escritas por algo. Desafiarlas solo traerá caos. Gente podría salir herida.

—Es como si cayera un velo entre tú y el mundo de los mortales —explicó Ambrose, asintiendo—. Y eventualmente, o más bien pronto... te alejas.

—No los olvidaré —aseguró Sabrina, convencida.

—Querrás hacerlo —replicó Ambrose—. O el dolor será insoportable.

—¿Por qué sería doloroso?

—El tiempo se hace más lento. Ellos envejecen y tú no. Y aquello que es tan importante para ellos te parecerá trivial e insulso. Lo entenderás como bruja con el tiempo. Es mejor olvidar el mundo mortal. Pensar solamente en el futuro. Y estar preparada para ello.

Sabrina se limpió las lágrimas que había derramado silenciosamente mientras escuchaba a Ambrose.

—Genial. La hiciste llorar —exclamó Stella, sin ocultar su enfado hacia Ambrose.

—La verdad duele porque es cierta —replicó Ambrose, encogiéndose de hombros.

Stella puso los ojos en blanco.

—No te preocupes, Sabrina. Tengo un plan. Hoy es la fiesta de Roz y vamos a ir —le aseguró—. Vas a despedirte de tus amigos, firmaremos el libro y todo saldrá bien. Te lo prometo. 

 🔮🔮🔮

—Eso es muy corto —exclamó Sabrina, incapaz de esconder su sorpresa al ver lo que su hermana traía puesto, abriendo los ojos de par en par.

HOLD YOUR BREATH / chilling adventures of sabrinaUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum