doce. fiesta

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SABRINA HUBIERA NOTADO que su hermana tenía la cabeza en otro lugar si no fuera porque ella misma estaba distraída

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SABRINA HUBIERA NOTADO que su hermana tenía la cabeza en otro lugar si no fuera porque ella misma estaba distraída. No podía dejar de pensar en lo que se avecinaba en un par de horas, al final del día.

Stella, por otro lado, pensaba lo mismo. Extrañamente, no podía esperar a que su bautismo oscuro sucediera, pero no por la anticipación de este sino porque significaba ir con Harvey y no mirar atrás más.

—Hilda y yo tenemos que hacer mandados y terminar con los preparativos, pero ya llamamos a su escuela y dijimos que ambas tienen un espantoso brote de urticaria —dijo la tía Zelda, andando por la cocina.

—¿Qué? —Balbuceó Sabrina, inmediatamente volviendo al mundo real—. ¿Por qué hiciste eso?

—El día previo a tu bautismo debe de ser de contemplación silenciosa y lectura de versos satánicos —respondió, como si fuera obvio. Sabrina buscó la mirada de Stella, implorándole silenciosamente se pusiera de su lado pero Stella apenas y parpadeó.

—Pero no me despedí de mis amigos —intentó decir—. No puedo desaparecer de sus vidas. Al menos tengo que decirles que...

—¿Te vas a una escuela privada en Connecticut? —la interrumpió Ambrose, sentándose a su lado.

—Pero Stella ni siquiera le ha dicho adiós a Harvey —insistió Sabrina—. ¿Stella?

Stella se quedó en silencio, inmutable, dándole un sorbo a su té.

—Ya les enviarán postales —dijo Zelda vagamente—. Ambrose les hará compañía, niñas. Y las vigilará. ¿Verdad, Ambrose?

—Claro, tía Zee —asintió Ambrose.

Una vez que sus tías se fueron y Ambrose se fue a su cuarto, Sabrina y Stella quedaron solas en la cocina. Sabrina iba a reclamarle a su hermana por no apoyarla cuando notó la ligera sonrisa en la comisura de sus labios.

—Estás muy callada —notó Sabrina.

—¿Ah, sí? —respondió Stella, encogiéndose de hombros.

—Estás planeando algo —concluyó Sabrina. Stella finalmente alzó la mirada, observándola fijamente.

—¿Realmente crees que aceptaría no despedirme de Harvey? No, 'Brina. Tú vas a ver a tus amigos hoy y yo a Harvey, y de eso me encargo yo. Te mereces despedirte de ellos.

—Está bien —cedió Sabrina, después de unos segundos—. Confío en ti.

Stella le sonrió.

—Bien. Ahora vamos a molestar a Ambrose un rato.

 🔮🔮🔮

Aunque sabía que estaba mal pensarlo, a veces Stella desearía que Ambrose fuera su hermano y no Sabrina. Con él podía tener prácticas profundas, sobre historia, filosofía o hechizos. Pero también podía hablar de temas triviales. Lo adoraba. Pero lo que más le gustaba de Ambrose, es que ella era su favorita.

HOLD YOUR BREATH / chilling adventures of sabrinaWhere stories live. Discover now