Un desafortunado incidente a los diez años de edad, fue el mismo que llevó a Louis a conocer a aquel pequeño y extraño niño de ojos verdes que le ayudó a escapar del frondoso bosque en el cual se había perdido, pero aquella fue también la ultima vez...
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《Sólo detén tu llanto, es una señal de los tiempos. Bienvenido al show final, espero que estés usando tus mejores ropajes. No puedes comprar tu entrada a las puertas del cielo. Luces muy bien desde aquí, pero realmente no lo estás.
Nunca aprenderemos, ya hemos estado aquí antes. ¿Por qué siempre estamos atascados y huyendo de las balas?
Sólo detén tu llanto, todo estará bien. Ellos me dijeron que el final está cerca, tenemos que salir de aquí. 》
Notita: Para quienes leen Midnight Song, en éste capítulo hay un invitado especial que espero ustedes identifiquen... ♡
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Con el paso de las horas había perdido el rumbo y poco sabía de su ubicación. El Bosque de los Lamentos era un laberinto donde toda luz se extinguía; los rincones, daban la ilusión de susurrar acertijos y trampas, con el fin de lograr que todo cuanto allí entrase jamás hallara el camino de regreso. Louis estaba cansado y herido, completamente desesperado por encontrar una ruta que le llevase lejos de aquél lugar. Sin embargo, no era su primera visita en dicha arboleda y, por ello, tenía la tortuosa certeza del fracaso que significaba buscar un sendero hacia el otro lado. Tendría que suplicarle a las Dríadas de los árboles que indicasen una salida pero, él no tenía conocimiento sobres las palabras correctas para llamarlas, ni el árbol indicado al cual hablarle, mucho menos, poseía algo que ofrecer; contrario a Harry, su don sólo ocasionaba muerte.
Exhausto, la bruja se dejó caer en el suelo. La llama que con mucho esfuerzo logró encender para alumbrar las penumbras del camino a su paso, se extinguió, delatando la poca energía que sobraba en su cuerpo. Durante todo ese tiempo, había estado percibiendo los más angustiosos sentimientos y, para ese entonces, su alma se transformó en un remolino de sofocantes emociones que apenas le daban tregua para procesar cada presentimiento. Ya no podía diferenciar su propio miedo y tristeza, de aquello traído por esa extraña conexión que sólo le acarreaba pensamientos sobre Harry y, a veces, Edward.
Deseaba con fuerzas verse envuelto en medio de una pesadilla, nunca antes había sentido la apremiante necesidad de hallarse preso en medio de aquellos sueños que tanto odiaba. Todo se caía a pedazos. Louis se sentía solo y confundido. Su padre estaba muerto, y la idea era tan insólita que su mente no acababa de aceptarlo; no sabía si sus hermanas obtuvieron el mismo nefasto destino, pero su corazón se encogía al imaginarlo. Y, ahora, ni siquiera contaba con la seguridad de que Harry, o alguna otra bruja del aquelarre, estuviese con vida para ese instante.
Nunca había sido alguien que se diera por vencido con facilidad. Pese a todos los obstáculos, continuaba. Era eso lo que su madre le enseñó mientras seguía con vida, lo que había aprendido de las historias que ésta le narraba cuando era pequeño; algo que Daniel siempre apoyó en secreto, constantemente pretendiendo ignorar sus aventuras a escondidas, y el fuerte lazo que creaba con el bosque. No obstante, aquella noche no podría sentirse más derrotado. Con tan pocas fuerzas para luchar. Bajo el aplastante miedo de, una vez consiguiera salir de allí, descubriese que no quedaba nadie.
