8.Lealtad

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《A medida que pasan los días, la noche se prende en fuego...

¿Realmente quieres..?

¿Realmente quieres tenerme..?

¿Realmente quieres tenerme muerto, o vivo para torturarme por mis pecados?

Dime: ¿Matarías para salvar una vida?



Ciertas cosas en la vida resultan difíciles de sostener. Era eso lo que Louis nunca entendió, siempre se había confiado en tener todo bajo control, siempre creyendo que nada podría desequilibrarlo del todo si él no lo permitía; pero no pudo haber estado más equivocado. Desde el primer momento en que le conoció a él debió reconocer lo inevitable, que tan solo necesitaba esa debilidad que le descontrolara los sentidos: Harry parecía estarse convirtiendo en la suya.

Unos labios jamás se habían sentido como aquellos, era como si no pudiera tener suficiente de él. Sin importar la forma en la que su mente insistía en torturarle con palabras o críticas sobre toda la situación, cada vez que Harry conseguía encontrar el camino hacia su boca, o cada vez que sus propias manos tocaban con timidez y delicadeza la cintura ajena, todo lo demás volvía a desaparecer hasta que ninguno de aquellos dilemas podían de hundirle la cabeza de dudas, convirtiendo su mente en un lugar pacifico. Simplemente todo dejaba de importar.

No sabía por cuánto tiempo le besó, ni la cantidad de pequeñas caricias que cada uno dejó sobre los brazos del otro casi como si fuera la primera vez que se tocaban, solo estaba seguro que al momento en que finalmente se separaron -sin iniciar otro beso al instante- los labios del menor tenían un color más fuerte, y estaban ligeramente hinchados. Harry le daba una inquieta y brillante mirada con aquellos preciosos ojos de esmeralda.

—¿Cuántas reglas más vas a hacerme romper? —Murmuró la voz del ojiazul, mientras una mano dejaba una suave caricia en una de las sonrojadas mejillas ajenas. —Me tienes desafiando todas las pautas desde que te conocí. —A pesar de sus palabras en su voz solo había un tranquilo y resignado tono cariñoso. —

Su problema es que no podía detenerse, perdía el control de sus acciones cuando estaba a su lado. No era la primera vez que evadía las leyes por él, y muy seguramente aquella tampoco sería la última. Era como si prudencia se evaporara y en su lugar los impulsos usurparan el control de sus acciones.

—Tú, encantador pequeño. —Susurró, rozando la punta de su nariz con la ajena. —No tienes idea del caos que creas en mí. —

—¿N-no te alejaras? —Le escuchó preguntar en un tono débil y dudoso.

Doncel Primaveral ❧ l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora