My Dueño Y Señor (Libro 2 de la saga: Secretos De Luna) EDITANDO

Cap 37

Este capítulo va dedicado a todas las que se trasnochan esperando mi actualización
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.+Vladimir+.

Mi cuerpo se sentía aletargado, sin fuerza, hasta para la tarea más simple, respirar. Así que cuando quise abrir mis párpados no lo conseguí.

<<¿Qué me paso? ¿Por qué me siento tan débil?>>. -Trate de hacer memoria, pero lo último que recordaba era la conversación que tuve con mi cosito.

*Flashbacks:

Hace más de una semana tuve la mejor dicha o la peor desgracia de mi vida.

Había soñado tantas veces con tener a mi damita en mi cama, que no me detuve cuando debí hacerlo, y cometí el mismo error que cometió Adolfo con Ana.

<<No entiendo como fui tan tonto>>. -Pensé mientras tomaba mi taza de café.

Por un lado me arrepiento de lo que hice, obviamente porque ella estaba borracha, pero por el otro no quepo en tanta felicidad. Porque hacer el amor con mi damita fue la experiencia más maravillosa del mundo.

<<Aunque ella seguramente me debe odiar, en este momento>> -el sonido de mi celular me saca de mis pensamientos.

-¿Cosito, qué novedades me tienes? -es lo primero que digo al descolgar.

-Cosi, las mujeres han conspirado en nuestra contra -habló como un niño pequeño cuando acusa a alguien con su mamá. -Nos tiene encerrados a todos en los calabozos. -Dijo con indignación.

-¡Qué! ¿Por qué?. -Pongo la taza sobre la mesa.

-Porque ninguno de nosotros quiere decirle a Viki donde te escondes.

-¿Para qué quiere saberlo? Yo regreso dentro de tres días -digo sin comprender la insistencia de mi damita por conocer mi paradero.

Yo le dije a mi cosito que le informara que me iba a alejar de ella por unos días, para darle un poco de espacio y para que el enojo se le pasara.

-¿Iván, sigues allí? -digo cuando él no dijo más nada.

-Simon -dijo imitando un pésimo acento mexicano.

-Iván, qué te he dicho del acen... -no termine de hablar porque algo hizo clik en mi cerebro al notar el silencio tan extenso. -¿Iván Vuković, qué fue lo que hiciste?. -Me agarró el tabique, para prepararme mentalmente para la tontería que seguramente hizo.

-Yo no he hecho nada, Wey -Llevaba tanto años conociendo a este lobo que sabía perfectamente cuando mentía.

-Entonces por qué Victoria últimamente anda de peor humor que Adolfo, cuando pensaba que Ana le había sido infiel.

-¡¿Cómo sabes eso, wey?! -chilló.

-No creas que eres mi único informante.

-Seguramente fue el boca floja de Brad -se quejó.

-¡Oye, te escuche! -se escucho por el auricular el grito de Brad.

-¡Te voy a coser la boca, para que aprendas a tenerla cerrada! -espetó mi amigo.

-¿Ahora qué hice? -preguntó Brad.

-Ir de bocaza. -Le dijo Iván.