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Advertencias:
Lenguaje maduro, violencia, abuso y demás temas duros de tratar. No intento sensualizar nada, solo mostrar la crudeza de la realidad. Mi intención es escribir una denuncia social y de paso el  protagonista tiene diesiseis-diesisiete. Les dejo un enlace externo para que la lean completa. Voy a editar algunas partes para no tener problemas.

https://wordpress.com/post/cachorrosyamos.wordpress.com

Por favor, sus comentarios me ayudan a mejorar, no se olviden de dejarlos.

—Sé que estás despierto.—le dijo Devan, riendo bajo la gorra que traía puesta.—A mí no me puedes engañar.

Hacía rato había recobrado la conciencia, pero se quedó tumbado sobre el suelo metálico de la furgoneta.

Noel abrió los ojos y descubrió a Devan a su lado. Ominoso como una aparición, lo observaba como si fuera un insecto bajo una lupa. Le oyó chasquear la lengua, negando con la cabeza mientras que apagaba el cigarro, sobre el suelo,  a medio centímetro de su rostro. Se apartó asustado, pensando que lo apagaría sobre su ojo y se percató que tenía las manos atadas al asiento del auto.

Su reacción le pareció divertida y lo oyó resoplar.

—Te conozco demasiado bien.

Devan hablaba en ese tono de voz en ocasiones íntimas, como cuando estaban en la cama y lo sujetaba entre sus brazos. Tenía razón, sabía leer sus reacciones, sabía cuando mentía, cuando decía la verdad, conocía cada uno de sus temores, porque fue él quien los puso ahí.

—Mira lo que me obligaste a hacerte—Le dijo apretándole la cara.—Es tu culpa.

Dolió, pero Noel de forzó a sí mismo a quedarse quieto. Dejó que le examinara la mejilla magullada, con tosquedad. Por fin se quedó satisfecho con lo que veía y tomó unas llaves del bolsillo para quitarle las esposas.

—Allá afuera—dijo señalando a la puerta cerrada de la furgoneta —hay una cama cómoda. Si haces un sonido, te quedas aquí como un perro. ¿Entendiste?

Noel asintió apurado y Devan lo hizo levantarse de un tirón. Le volvió a atar las manos y lo empujó fuera del auto.

La furgoneta estaba estacionada frente a un cuarto de motel de carretera. Apenas tuvo tiempo para darle una mirada al panorama y  supo que estaban en medio de la nada.

Devan lo condujo hacia dentro de una habitación y lo lanzó sobre la cama. Noel rodó hasta quedar boca arriba y se quedó con las manos atadas sobre el pecho y  atento a sus movimientos. Vio como Devan tomaba una silla de madera y la reclinaba contra la manija, para bloquear la puerta. Le dio una mirada a la ventana y luego volvió a cubrirla con las cortinas pesadas.

—¿Ves esa puerta? —Le señaló la que daba al baño.—Si mueves un músculo, ahí vas a dormir.

No necesitaba contestarle, Devan sabía de antemano que no se atrevería a desobedecerle.

La habitación en la que estaban tenía una cama grande. Un televisor, un par de sillas, lámparas de noche sobre los veladores y una puerta que conducía a un baño. Noel intentó incorporarse para no perder de vista los movimientos de Devan.  Pudo ver como abría la bolsa de lona que estaba empacando en el departamento y rebuscaba dentro. Al parecer algo andaba mal.

—¡Mitch de mierda! ¡Puto cabrón!—vertió el contenido de la bolsa sobre la cama y maldijo más fuerte.—Ese mierda, se llevó una bolsa de cocaína.

Devan tomó su teléfono y empezó a gritar por el auricular.

—¡Traidor, hijo  de puta! Te voy a encontrar y desearás no haber nacido.

Cachorros y AmosDove le storie prendono vita. Scoprilo ora