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Advertencias:
Lenguaje maduro, violencia, abuso y demás temas duros de tratar. No intento sensualizar nada, solo mostrar la crudeza de la realidad. Mi intención es escribir una denuncia social y de paso el protagonista tiene diesiseis-diesisiete. Les dejo un enlace externo para que la lean completa. Voy a editar algunas partes para no tener problemas.

https://wordpress.com/post/cachorrosyamos.wordpress.com


Por favor, sus comentarios me ayudan a mejorar, no se olviden de dejarlos.



Despacio, fue despertando de un sueño placentero. Empezó como una pesadilla, pero en el camino se fue arreglando. Ahora que abría los ojos, se fue dando cuenta que estaba bien abrigado y muy cómodo en los brazos de Luka.

Ah, seguía soñando. Su rostro sobre el pecho tibio del fotógrafo. Lo escuchaba respirar lentamente. Su cuerpo entrelazado con el de Luka, ambos sobre la cama de un hotel y...

Noel lanzó un gemido. No era un sueño, ya era de día y la pesadilla era real. Por lo menos lo sería, si no se ponía en marcha. A prisa se desenredó de los brazos tibios que lo albergaban y abandonó su lado, rodando sobre el colchón. Las cortinas del cuarto estaban cerradas, pero la luz diurna se colaba.

—¿Ya te despertaste? —La voz de Luka sonó gangosa y adormilada—. Tuviste una pesadilla y empezaste a patalear como una araña volteada. La próxima vez pido camas separadas.

Luka resopló y se frotó los ojos antes de por fin incorporarse con torpeza y desbarrancarse luego. Recitó una fila de maldiciones de grueso calibre y se levantó del suelo renegando.

Acababa de pasar una noche terrible. El colchón de yeso, la maldita cama le había lastimado la espalda, encima el mocoso y sus pesadillas. Ah, sí, necesitaba un café. Si no, se iba a poner de muy mal humor.

Noel lo observaba con su expresión de terror constante y no le prestó demasiada atención. Pasó frente a él hacia el baño. A orinar un rato, le dijo.

El mocoso lo siguió como el cachorro que era, detrás de su amo. Seguro ahora le iba a traer las pantuflas y el periódico, y la idea lo hizo sonreír. No se atrevió a entrar con él al baño. Se quedó afuera, tras la puerta y le escuchó rascarla suavemente.

Esta vez sí quiso reír.

—Me tengo que ir —le susurró Noel con su voz apagada a través de la puerta y solo recibió un gruñido como respuesta.

—Espérame. No te atrevas a irte aún.

—Pero...

—¿Cuánto rato crees que me va a tomar orinar? Espérame ahí afuera, que ya salgo. Te dejaré en tu casa.

Un rato de tranquilidad en el baño. ¿Era mucho pedir?

¡Qué molestia! La espalda lo estaba matando. Nunca había dormido en un lugar tan incómodo y eso que había viajado muchas veces a zonas pobres, alrededor del mundo. Incluso sobre el suelo de arenilla oloroso a animal del Kilimanjaro, había dormido mucho mejor que en esa cama de hotel barato, en medio de la ciudad que llamaban la capital del mundo.

—No me tardo, quédate ahí, ¿oíste?

Noel prefirió no responderle. Mejor así, necesitaba un poco de silencio para poner en orden sus ideas. Los recuerdos de la noche anterior llegaban en fragmentos. El viaje en taxi. Cuando llegaron al cuarto de hotel y casi tuvieron sexo. Fue solo un casi, Luka había estado muy cerca de perder el control.

Cuando llegó la pizza que ordenó, cenaron juntos. Al abrir la caja, Luka le dejó tomar el primer pedazo, Noel lo hizo y huyó de su lado como un perro callejero. Se paró en un rincón a comer y tuvo que hacer que se sentara a su lado. Luka le comentó que solo los animales de granja comen de pie.

Cachorros y AmosWhere stories live. Discover now