27.

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Era hora del aseo. Lyon los dejó salir de sus jaulas y los condujo al cuarto contiguo.

Noel gateó obediente al lado de Luka. Tan solo sentirlo cerca era un alivio. La puerta se cerró detrás de ellos y aquella mínima privacidad lo volvió más valiente. Aprovechó que Lyon estaba distraído llenando la tina, para rosar su cuerpo con el del fotógrafo.

Necesitaba sentir su piel. Luka levantó su rostro macilento y se miraron por un segundo. Los ojos disparejos que tanto ansiaba ver se cerraron de pronto y el fotógrafo se desplomó en el suelo. Intentó asistirlo, pero con las manos enguantadas solo le hizo más daño.

Sin embargo, Luka reaccionó ante el contacto, envolviéndose en su cuerpo. Noel le devolvió el abrazo con desesperación.

—Luka.—le susurró al oído y sintió cierta vergüenza por el sonido cavernoso de su voz.—Tienes que resistir un poco más.

Apoyó su frente con la del fotógrafo y lo sintió caliente. Quiso alertar a Lyon, pero este lo miraba con severidad. Tuvo que dejar a Luka sobre el suelo, porque el pelirrojo lo tomó de un brazo y arrastró hacia la tina para separarlos.

Lyon le dio un empujón y le empezó a retirar los guantes, para continuar con los grilletes y el bozal.

Luka estaba enfermo y a Noel el ataque de rebeldía, no lo llevaría a ningún lado. Lyon movió la cabeza, ordenándole que se meta en la tina, pero el cachorro desobedeció.

Tuvo suerte, Lyon ignoró sus acciones por estar quitándole el bozal a Luka y las correas que le sujetaban las muñecas. Las vendas que cubrían sus heridas estaban manchadas de sangre seca y al retirarlas, le vieron la piel en carne viva. Noel no se perdió un detalle.

Lyon levantó a Luka y el cachorro se adelantó a sus movimientos. Entró a la bañera y esperó que le entregue el cuerpo inerte del fotógrafo. Luka en su estado febril, gruñó ligeramente al contacto con el agua y Noel lo recibió haciéndole sitio a su lado. La tibieza del agua los envolvía y Noel no se daba cuenta, pero sonreía.

—Vamos a salir de aquí —susurró Noel apoyando la cabeza de Luka sobre su pecho, cerrando los ojos, deseando con todas sus fuerzas que ese deseo se hiciera realidad.

Lyon le hizo un gesto para que se callara y le tendió una barra de jabón. Noel la tomó con una mano y la frotó sobre el pecho de Luka, cuidando el área que rodeaba la piel inflamada del pezón, donde colgaba un aro. Apenas si la tocó y el fotógrafo lanzo un quejido.

Con similar esmero, Noel continuó lavando el cuerpo de Luka y podía dar fe de que perdió mucho peso. Sorteó la serie de marcas que el látigo le dejó por todo el vientre, hasta aquellos moretones amarillentos que tenía sobre todo el costado. Apenas le tocó las costillas, Luka se quejó con fuerza. Noel se mordió los labios y dejó el jabón a un lado para usar solo la palma de su mano para seguir lavándolo.

Despacio y con cuidado, acercó la palma a donde se ubicaba la marca que le dejó el demente de su amo. Eran dos letras O y Z, encerradas en un circulo y ahora la piel quemada tenía un color cobrizo. Ribeteó con las yemas de los dedos los contornos y continuó su camino lavando lo mejor que podía.

Luka no abría los ojos, respiraba lentamente y podía escuchar un ronroneo de gato viejo brotarle del pecho. Tuvo un espasmo de tos y no tardó en perder el aliento. Noel lo sostuvo sobre su pecho, porque sentía que el fotógrafo se ahogaba. Cierta tranquilidad lo invadió, porque podía estar seguro que, si Luka se enfermaba, Tin Man no iba a dejar que muriera. Después de todo era su mascota favorita.

Cachorros y AmosOù les histoires vivent. Découvrez maintenant