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Advertencias:
Lenguaje maduro, violencia, abuso y demás temas duros de tratar. No intento sensualizar nada, solo mostrar la crudeza de la realidad. Mi intención es escribir una denuncia social y de paso el protagonista tiene diesiseis-diesisiete. Les dejo un enlace externo para que la lean completa. Voy a editar algunas partes para no tener problemas.

https://wordpress.com/post/cachorrosyamos.wordpress.com


Por favor, sus comentarios me ayudan a mejorar, no se olviden de dejarlos.




Devan salió y no dejó dicho a donde iba. Jade estaba metido en el baño, como podía pasarse todo el día entre maquillarse y pensarse, Noel salió sin avisar. Enrumbó hacia donde se separó de Pat la noche anterior y encontró la carcasa del auto vacía.

Pat no había regresado. No era del todo una sorpresa, sabía que se marcharía y sólo sería un recuerdo. Noel no era ningún idiota, nunca esperó que se quedara a su lado. Por lo menos recuperó la chaqueta de cuero y la pensaba conservar. Se la puso enseguida, sobre la que traía felpa, que traía puesta. Devan podía decirle lo que le diera la gana, pero él no tenía que congelarse el trasero trabajando en la calle.

El cachorro regresó sobre sus pasos, sintiéndose dichoso por tener doble protección contra el frío. Le dio una mirada al pedacito de cielo encapotado, entre los edificios enormes. Parecía que iba a llover y esa noche no habría como hacer dinero para comer.

Una vez más, Devan ingresó en sus pensamientos. Si es que regresaba antes que él y le iba a dar una paliza por salir sin permiso. Noel se encogió dentro de su ropa, pensando en una solución desesperada. Podía ir a la bodega y comprar algo de comida. Eso lo pondría contento y seguro hasta le pegaba menos. Era una idea alocada, porque como era costumbre, no traía dinero. Pedir fiado no era una opción, así que iba a tener que ingeniárselas.

Iba distraído y la breve felicidad que obtuvo con el doble abrigo, se desvaneció apenas reparó que un taxi se detuvo a su lado.

—¡Sube, carajo!—le gritó Brill desde detrás del timón.

Noel le dio una mirada a las posibilidades que tenía en frente. Podía subir por las buenas o apurar el paso y buscar refugio en la bodega, a la que planeaba entrar.

—¿Tienes dinero para pagarme?—No era buena idea, pero Noel decidió tentar la suerte.

—¡Sube y no me hagas repetirlo! —El taxista gruñó y el cachorro sabía que era capaz de dejar el auto en mitad de la calle, y sacarlo arrastrando de donde se escondiera.

No quería ir con Brill, pero no tenía otra opción. Noel le dio una mirada a la puerta del comercio, tan cerca y tan lejos, pensó mientras se subía al taxi.

— ¡Devuélveme mi dinero!—ladró el taxista, pisando el acelerador con tal fuerza, que hizo rechinar las llantas de su auto.

—No tengo dinero, menos tu dinero. —le respondió Noel tranquilamente.

—No me...—Brill golpeó el timón con ambas manos. —Me robaste la billetera anoche, bastardo.

—No me robé nada.

Pat, fue Pat, él se la robó, murmuró la voz más tímida, en lo profundo de su mente. ¿Ves? Debiste dejar que le pegara en la cabeza.

¿Cómo decirle al taxista qué no había manera de recuperar la famosa billetera? Pat no iba a volver así que era caso perdido. Otro bufido y pudo oír como los dedos largos de Brill crujieron al apretar el timón, furioso.

Cachorros y AmosWhere stories live. Discover now