Capítulo 17

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Nos reunimos con el resto de los chicos, quienes parecen venir contentos después de sus visitas por los jardines de Luxemburgo, y sus sonrisas parecen incrementar cuando ven a Theo caminando a nuestro lado.

—Hombre, creí que no ibas a venir —dice Hans a Theo, ambos hombres intercambian un saludo de manos, de esos que siempre suelen hacer los hombres y seguido de eso, un pequeño abrazo.

—Sí, también llegué a pensar eso por un momento. —Theo se rasca una de las cejas—. Pero he tenido suerte de desocuparme antes, ¿cómo estuvo su visita por los jardines?

Todos posan una gran sonrisa en los labios.

—De maravilla —agrega Hans—. Francia es bellísima.

—Lo es —asegura Theo—. Francia es uno de mis lugares favoritos en el mundo —confiesa y todos le ofrecen una amable sonrisa.

Llegamos al hotel y Erika decide aparecer en los pasillos con una gran sonrisa que me resulta arrogante en los labios.

—¡Chicos! —exclama con entusiasmo, su mirada fija en Theo—. ¿Les parece si cenamos todos en el restaurante del hotel? En su ausencia reservé una mesa para todos, ¿qué dicen?

Todos comparten una mirada entre sí, yo me dirijo a Cassidy quien me hace un pequeño gesto dándome a entender que no tiene ganas de cenar con Erika.

—A mí me parece bien —responde Hans, encogiéndose de hombros, el resto se limita a asentir.

—Leigh —pronuncia Erika, llamando mi atención, poso mi mirada en ella y espero a que hable—. ¿Vendrás?

—¿Qué clase de pregunta es esa? —interrumpe Theo, llamando la atención de todos—. Has hecho una invitación en general, no hay duda de que Leigh vendrá, ¿no es así?

Pregunta en mi dirección para confirmar, aprieto los labios en una fina línea y asiento, una rápida mirada en dirección de Erika me confirma que no le agrada esto último.

—Perfecto.

Dice no muy conforme, un pequeño silencio se forma alrededor.

—Uhm... —murmura Carmen—. Creo que será mejor que vaya a descansar un poco y arreglarme para la cena.

Todos asentimos y comenzamos a dirigirnos a nuestras habitaciones, siento la necesidad de quedarme unos segundos más en el pasillo para ver en qué habitación entra Theo y Erika, porque tengo la curiosidad de que quizás pueden estar compartiendo habitación y muy a mis adentros, deseo que solo sea un producto absurdo de mi imaginación y ambos estén lo más separado que puedan estar, sin embargo, Cassidy toma mi mano entre la suya y me lleva con todo el entusiasmo a la habitación.

—Dios, no pensé que Erika vendría —espeta, tumbándose boca arriba en la cama—. No tengo nada en contra de ella, pero a veces su comportamiento no me agrada del todo.

Cassidy no es la clase de chica que suele estar criticando a las personas, si bien, cuando tiene una opinión de alguien, decide ser del todo reservada y no ofender a los demás, por eso, me es inevitable no sorprenderme de su comentario, a pesar de que no es ofensivo.

—Siento que no le agrado —digo. De pronto mis mejillas se tornan rojas, aquello es más un pensamiento para mí misma que para compartirlo, Cassidy se sienta en la cama y me da una larga mirada, como si estuviera analizándome, decido por sentarme en mi cama.

—Quizás le resultas intimidante. —Frunzo el ceño y una risita absurda sale de mí.

—No lo creo —niego—. Es guapa, no puede sentirse intimidada por mí.

No soy la clase de chica que se considera fea del todo, puedo decir que mi autoestima no es muy elevada, pero tampoco lo tengo por los suelos, estoy conforme conmigo misma y como luzco. Cassidy rueda los ojos.

Un príncipe peculiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora