Cap:8

2.9K 286 715
                                    

Aquella mañana bonita y soleada empezaba como la mejor de todas, cuando despertabas por que ya no tenías más sueño y te estirabas en la cama con pereza, bostezando y rascándote la tripa.

Cuando te incorporaste y quedaste sentada aquel buen humor se fue a la mierda y es que la vida te hizo recordar con una bonita jaqueca y un aliento de mierda, que en el día anterior habías estado bebiendo y que ese día estarías de resaca.

El recordar que bebiste desencadenó en otras cosas, como preguntarte qué mierda hacías tú en tu casa si te habías quedado dormida segundos después de besar a Midoriya.

Y entones recapacitaste lo que acababas de pensar y estrechaste los ojos.

—¿que...?— susurraste sin comprender que mierda le pasó a tu cabeza en ese momento para llegar a la conclusión de que hacer aquello sería una buena idea.

Pero por otra parte, hasta donde podías recordar, el chico no opuso resistencia, cosa que solo podía desencadenar a dos posibilidades.

O Deku era tonto, o tú eras correspondida.

—vale— te dijiste a ti misma— vamos a relajarnos un buen rato y luego ya pensaremos en que hacer...

Te levantaste, con el teléfono en mano, marcando el número de Todoroki mientras te dirigías al baño para cepillarte los dientes y quitarte aquel olor tan desagradable de la boca.

—¿que pasa?— respondió con la voz ronca, y con toda la pinta de que lo acababas de despertar.

—anda, ¿tú bebiste ayer? Porque tienes toda la pinta de andar con resaca— le dijiste agarrando tu cepillo.

—solo te diré que tu hermano es un mamón— respondió— dime, ¿que pasa?

—nada, que se ve que besé a Deku.

— pues muy bien, mis felicidades, ya me invitarás a la boda. Adiós.

Y como si nada colgó la llamada, dejándote a ti entre confusa y cansada, pero es que era Todoroki y el pobre debería aguantarte más tarde.

Decidiste bajar al salón, dándote cuenta no solamente de que eran las doce de la mañana, si no que aún llevabas el uniforme de baseball, con la mancha de sangre de tu brazo incluida y la medalla al cuello.

Te viste obligada a subir otra vez y cambiarte, para ir más cómoda y nuevamente bajaste.

Katsuki estaba sobre el sofá, dormido de cualquier forma dejando colgar una de sus piernas por el reposabrazos y en la cocina estaba Midoriya, sentado en una silla mirando su teléfono.

Tú te acercaste a la cocina, abriste la nevera y agarraste la botella de zumo para servirte un vaso.

—buenos días— lo saludaste.

—h-hola— tartamudeó bajando la mirada, intentando ocultar el rubor de sus mejillas.

Con una pequeña sonrisa pícara en los labios te sentaste frente a él en la mesa, cruzando las piernas y apoyando los codos para poder reposar la cabeza sobre tus manos.

—oye...— empezaste, jugando con un mechón de tu cabello— sobre lo de ayer...

Midoriya empezó a sudar, vas y le sacas el tema del que más miedo tenía a hablar tan pronto en la mañana.

—¿que opinas?

Izuku dudó, miró a todos lados en busca de palabras y buscó apoyo de cualquier parte, recopilando un par de palabras sueltas a las cuales le dio sentido para esquivar el tema.

—lo siento— dijo enseguida mientras se levantaba— pero he quedado con Uraraka.

Y con toda la prisa del mundo salió del salón poniéndose el teléfono en la oreja.

una Bakugo// Midoriya izuku x lectoraWhere stories live. Discover now