34. Un límite difuso

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Carla se movía por la cocina apresurada, como si todo necesitara ser realizado con rapidez y eficacia. En cosa de segundos ya tenía un tazón frente a mí, el azúcar y el endulzante, unas servilletas, cuchara e incluso un pequeño plato con galletas de limón que aparecieron como por arte de magia.

-Entonces, Derek...- dijo cuando terminó con todo antes de que la tetera hirviera.-Es un placer conocerte, te daría la mano si no fuera por los gérmenes.- me sonrió.

Tenía los dientes más blancos y bonitos que había visto en la vida, lo cual era todo un logro si su adicción por brebajes calientes era cierta.

-Igualmente.- dije.

Ella me observó como si esperara que le contara algo importante, como si fuéramos amigos que no se veían desde hacía un tiempo y que necesitaban ponerse al día. Le sonreí algo confundido, y cuando lo hice su expresión amable se transformó en una de ligera irritación.

-No tienes idea de quién soy.- adivinó.-¿Este zopenco no me ha mencionado ni una sola vez?- quiso saber.

-No.- confesé a pesar de que sentía que estaba poniendo a Marco en aprietos.

-Hombres.- se quejó rodando los ojos.-Soy su prima, no, soy casi su hermana... hasta diría que soy su mejor amiga en el universo entero, así que me ofende saber que ni siquiera le haya mencionado mi nombre a su crush.- se quejó.

Me quedé pestañeando varias veces, pero lo primero que se me vino a la mente fue que probablemente ella era uno de los amigos que lo había estado escuchando desahogarse ante su nueva revelación en lo que respectaba a su orientación sexual. Inmediatamente tuve el impulso casi infantil de preguntarle qué le había contado.

-Entonces tu sabes todo.- dije, siguiendo mi primer instinto a pesar de todo.

-Todo.- confirmó con una gigantesca sonrisa justo cuando la tetera hervía.

Se volteó dando un fuerte estornudo que contuvo con su brazo y volvió con el agua caliente, la cual vertió en ambas tazas con cuidado. Esta era una excelente oportunidad para saber cómo había sido el proceso de Marco, quería preguntar pero no sabía si era muy educado de mi parte hacerlo.

-Y... ¿cómo lo ha llevado?- curioseé tratando de no sonar demasiado interesado.

-Bien.- dijo sentándose frente a mi.-Tuvo como dos semanas de histeria generalizada, no se lo creía y dijo que probablemente estaba pasando por una fase; yo lo apoyé porque siempre creí que Enzo sería mi primo gay, de este no me lo esperaba.- ella rió con picardía.-Pero ahora está mejor, sólo necesita un empujoncito y lo procesa por completo.- dijo despreocupada, pero mirando con cierta exigencia.

-¿Un empujoncito?- pregunté bebiendo con lentitud.

-Sabes de qué hablo.-

-Lo sé.- reí, por alguna razón esta chica ya me agradaba bastante.-Puedo darle un empujoncito.- dije, no sé por qué, pero ella me levantaba el animo igual que su primo. Necesitaba tener cuidado con esta familia.

Carla se mordió una uña emocionada, como si acabara de contarle el chisme más jugoso del mes. Probablemente su imaginación estaba atrapada en una telenovela con dramas románticos, con misterio y asesinato; era gracioso imaginarme parte de algo así y definitivamente para ella era igual de divertido.

-El único pedazo de información personal que te daré de Marco es este: es indeciso.- me apuntó.

-No necesito saber más.- aseguré alzando ambas manos.

En ese momento escuchamos una puerta cerrarse y a los pocos minutos el sujeto de nuestra conversación apareció viéndose mil veces más despierto que antes. Tenía el cabello húmedo y la piel ligeramente sonrosada por el vapor de la ducha, estaba vestido para salir.

La Primera RupturaWhere stories live. Discover now