Espíritu Final

2.4K 193 101
                                    

No al plagio

Capítulo catorce: Final
.
.

De repente, su corazón comienza a palpitar con fuerza. Los latidos retumban en mi oído, lastimándolo por tener al elfo a flor de piel; pero eso no importa si significa que la tengo conmigo de nuevo.

-¡Por amor a Merlín! Pensé que te perdería para siempre -sollozo con voz rota. El dolor que siento por creerla perdida me está matando, aunque sana con cada respiración que ella da. La cubro con mis alas; es imposible mantener al elfo a raya después de tremendo susto y yo tampoco me quiero contener. Ya no más.

-Estoy viva, Draco. Estamos bien.

Escucharla hablar rompe toda cadena que puse para amarrar mi corazón y pensar con la cabeza fría al venir a su rescate. Ya está a salvo, ya no vale la pena contenerse por más tiempo.

Lo siento subir desde el centro de mi espíritu, a la altura de mi estómago, arrastrarse por el esófago y salir como llanto tronador por la boca. Las lágrimas queman mis mejillas de lo calientes que son.

-Si hubieras muerto, me hubiera ido contigo -alcanzo a decir entre hipidos llenos de sufrimiento.

...

Tan fuerte es el impacto de lo vivido que, cuando regreso en mí, estoy en un escenario distinto.

-¡HERMIONE! -es lo primero que sale de mi boca al despertar y ver el techo blanco. Me siento con rapidez sobre la camilla de lo que se supone que es San Mungos.

-Aquí estoy, tranquilo -consuela con voz dulce, poniendo los brazos alrededor de mi cuello.

Inspiro su aroma para empaparme en ella. El elfo gimotea ante la acción, suspiro de alivio acompañándolo.

-No mentí con lo que te dije, Hermione.

-Lo sé. Lo sé. No pongo en duda la fuerza de tus sentimientos hacia a mí. Sé que irías al infierno de ser necesario para rescatarme y traerme a tu lado. -Trata de separarse de mí, pero no la dejo hacerlo, se ríe un poco y lo vuelve a intentar. Reticente, la suelto y posa las manos en mis mejillas-. Ya se terminó. Ya no tengas miedo de perderme, porque ya nadie podrá hacerlo.

Quiero creerle, pero ya van dos veces en menos de un año que casi me la arrebatan; primero mi tía y, luego, la estúpida pelirroja.

-No...

-Basta, Draco -dice en tono mandón al interrumpirme-. Mientras estuve muerta, conocí a la esposa de tu abuelo Toharu. Ella me contó muchas cosas que te relataré con calma en otra ocasión, pero lo que sí te diré ahora es que ella me prometió que ya no sufriríamos más. Ni nuestros hijos ni nuestros nietos ni bisnietos sufrirían lo que nosotros vivimos, porque el orden ya está de regreso.

Tiene razón, no la entiendo.

Sin embargo, creo en sus palabras.

No hay nada que ella diga que no sea cierto o que tenga una buena razón, y esta no será la ocasión para ponerla en duda.

-Entiendo tu punto, mujer. Ahora, entiéndeme tú a mí: perderte no es una opción.

-Y no lo será -dice con determinación.

Cierro los ojos ante las caricias que da en la piel de mi rostro, sin fuerzas para seguir hablando y con temor de volver a romper a llorar. No quiero quedar vulnerable delante de ella, otra vez. Y no se debe a que me quite masculinidad, porque tengo claro que llorar es de hombres fuertes y con sentimientos genuinos, sino que ella es la que pasó por un momento horrible y la veo entera. No se me hace justo romperme frente a ella cuando está tomando con tanta valentía lo sucedió.

Puros de Espíritu حيث تعيش القصص. اكتشف الآن