Capítulo VI

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No al plagio

ADVERTENCIA: Contiene limón explícito. No soy experta en el tema, pero he leído y visto suficiente para darme una muy buena idea. Sino es el limón que esperabas, lo siento mucho, pero no lo siento. Quedan advertidas :3

Capítulo seis: No le hagas cosquillas a un Dragón dormido.

Domingo 19 de enero de 1997

No puedo dormir. ¡Maldita carta de la profesora que no me ha dejado descansar la mente! No me cabe duda que todos se unieron para hacer del día de ayer el peor de todos y ya está arrastrando al dia domingo, que no ha empezado del todo. Me estresa todo esto.

Mentira.

Cierto, es mentira. No me estresa la situación, lo que me estresa es que mi piel, cuerpo y alma me están pidiendo a gritos algo: ir con Malfoy. Desde que Narcissa me platicó lo que es realmente el celo para Draco, no he dejado de pensar en todo lo que podría pasar dentro de esas cuatro paredes y en ninguna posibilidad salgo muerta, más bien hay algo calentando mi bajo vientre. Algo que, con cada escenario que imagino, hace que mis bragas se mojen.

Necesito ir con Malfoy.

¡Por Dios, estoy casada! ¡Legalmente soy mayor de edad aquí en el mundo mágico! ¿Por qué me cuesta tanto hacer lo que todo el mundo hace? Yo ya no puedo seguir esperando al amor de mi vida, porque ya no tengo oportunidad de encontrarlo. Estoy casada y no hay vuelta atrás.

Idiota.

Me revuelvo en la cama, llevando una almohada a mi cara para taparme con ella y gritar. ¿A quién quiero engañar? Hace mucho tiempo que empecé a ver con otros ojos a Draco; toda esa arrogancia, humor cruel y realista que deja ver cuán inteligente es, esa forma de hablar que deja claro el nivel intelectual de sus víctimas verbales, esa fidelidad y lealtad a lo que considera familia e importante, ese corazón puro que con cada acción clama por amor, y esa forma tan intensa de verme. Ron nunca me hizo sentir la mujer más bella del planeta gon sólo verme, no. Draco me hace sentir más que Miss Universo, sus ojos recorren mi silueta como si de una escultura exclusiva se tratara; siento su mirada en el comedor, en la biblioteca, en todos lados siento el deseo que desprende por mí.

Gimo y me doy cuenta de que he llevado mi mano bajo la tela de mi pijama para acariciar mi centro sobre la tela de mis bragas. Me congelo enseguida, mi respiración se ha hecho pesada.

Quito la almohada, girando la cabeza hacia la nota que reposa en la superficie del escritorio. Estoy a cinco pasos de vivir la experiencia sexual más rica de mi vida o de quedarme cumpliendo las reglas, pero es mi esposo el que me necesita, ¿no? Cumplir la regla sería ir a complacerlo el tiempo que resta de su celo, ¿o me equivoco?

—Eres tan patética que, en vez de reconocer que lo quieres hacer por hambre de él, te justificas diciendo que es tu obligación de esposa. Como si creyeras tal estupidez, ¡demasiado patético para ti!

Por lo que dejo de hacer al pendejo y corro a la salida, no sin antes gritarle a los cuadros que avisaran al director y a los jefes de las casas que reguardaran a todos los alumnos en sus casas, porque habría una reclamación de territorio y pareja.

...

Me detengo en el último pasillo que tengo que doblar para quedar frente a la puerta que me lleva a Draco. Los nervios y ansiedad me atacan; una punzada de arrepentimiento viene a mi mente, pero la voz de la profesora Mcgonagall diciéndome que si iba a hacer una tontera la hicierahicera sin echarme para atrás detiene todo pulso de cobardía que quiere atacarme. No me iré. Hice cosas peores a lado de Harry y Ron, no me detendré ahora que se trata de lo que quiero vivir, de lo que deseo experimentar eternamente.

Puros de Espíritu Where stories live. Discover now